Ante la prolongada sequía que azota Arizona, los científicos trabajan en un nuevo plan de gestión del agua del río Colorado. A medida que el estado continúa su crecimiento descontrolado, un número cada vez mayor de residentes depende de él para obtener gran parte de su agua potable. La disminución del nivel del agua en la presa del lago Mead y la creciente demanda residencial aguas abajo están teniendo un impacto negativo en el río Colorado. Orlando Cazares, experto en conservación y sostenibilidad de la Universidad Estatal de Arizona, afirma que estos factores amenazan actividades recreativas por valor de $26 mil millones a lo largo del río y tienen un impacto desproporcionado en la población latina.
“Un tercio de todos los latinos en Estados Unidos viven en la cuenca del río Colorado. Eso representa muchísimas familias y negocios, muchísimos turistas y otras comunidades que dependen de esa zona,” explicó Cazares.
Según Cazares, a menos que los responsables políticos desarrollen mejores políticas de uso del agua, el lago Powell, que se abastece del río Colorado, podría convertirse en un “lago muerto” a finales del próximo año.
Jeronimo Vasquez, supervisor del condado de Coconino, Arizona, agrega que las políticas actuales, que asignan agua a cada uno de los siete estados del suroeste en virtud de un pacto federal, significan que Arizona está recibiendo menos.
“Y ahora, a medida que el gobierno federal está retirando algunas de sus protecciones o algunos de sus acuerdos de diferentes maneras, desfinanciando ciertas agencias federales que forman parte de esto, eso significa que los estados van a tener que resolverlo, y significa que la gente a nivel local va a tener que involucrarse,” expresó además Vasquez.
Según la National Wildlife Federation, al menos 234 mil empleos dependen del río Colorado, incluyendo los operadores de caza, pesca y rafting.
