Selen Ozturk
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LOS ÁNGELES – Mientras las temperaturas veraniegas de tres dígitos azotan el sur de California, Marta Segura está tratando el calor extremo como una crisis de salud pública.
Segura, quien es Directora de Movilización de Emergencias Climáticas de Los Ángeles, se convirtió en junio de 2022 en la primera Comisionada de protección contra el calor (CHO-Chief Heat Officer). Como la región ha sido testigo de un calor récord durante julio con poco alivio, ella ha priorizado la accesibilidad a los recursos de enfriamiento o climatización, en particular para las comunidades de LA desatendidas.
El calor extremo, la principal causa de muerte relacionada con el clima en el país, se define generalmente como al menos dos o tres días de mucho calor y humedad con temperaturas superiores a 90 grados Fahrenheit (32.2 C). En un día de calor extremo, hay una media de 8,222 visitas más a urgencias en todo California por problemas relacionados. De éstas, 1,510 sólo en el condado de Los Ángeles. Se calcula que 16 personas más mueren durante el primer día de calor extremo y 40 muertes más por día para el quinto día.
Según Segura, estas hospitalizaciones y muertes afectan de forma desproporcionada a las comunidades de color que viven en barrios de bajos ingresos, históricamente marginados, “donde las casas no tienen aire acondicionado ni filtración de aire. Cuando empezamos a enfocarnos en la vulnerabilidad al calor de esa manera, no es sólo una cuestión de sostenibilidad, sino de obras públicas, desarrollo de inmuebles, agua y electricidad, sombra de árboles y acceso a parques, y desde luego es una cuestión de salud pública”.
El calor es el principal riesgo para la salud pública en Los Ángeles, que sufre olas de calor cinco veces más a menudo que hace 10 años. A medida que las olas de calor extremo en Los Ángeles se hacen más largas, más frecuentes y más intensas, la divulgación pública se hace cada vez más crucial. En su campaña Heat Relief 4 LA en las redes sociales, Segura subraya que “ya no es el típico verano. El calor extremo puede durar de junio a noviembre. Como esto significa que nuestros cuerpos tienen menos tiempo para recuperarse, también distribuimos información sobre los síntomas del agotamiento por calor y la insolación, y recursos para refrescarse antes de llegar a ese punto”.
Entre estos recursos destacan los centros de enfriamiento; en Los Ángeles hay actualmente 119 centros abiertos. “Hemos establecido centros de enfriamiento y recursos de hidratación por toda la ciudad en instalaciones como bibliotecas, centros de adultos mayores y centros comunitarios”, explica Segura. “También creamos una aplicación, Cool Spots LA, donde puedes encontrar dónde y cuándo están abiertos, junto con otros puntos de enfriamiento como estructuras de sombra, estaciones de hidratación y paradas de autobús”. En la actualidad, sólo una cuarta parte de las paradas de autobús del metro de Los Ángeles tienen sombra.
La necesidad de intervenciones para enfrentar el calor como éstas puede variar drásticamente de un barrio a otro, en parte debido a los microclimas costeros y del interior de la región. En consecuencia, el sistema de alerta de emergencias de la ciudad utiliza ahora los datos del Servicio Meteorológico Nacional para identificar la gravedad de la ola de calor en partes concretas de Los Ángeles.
Sin embargo, estas marcadas diferencias regionales de calor también se deben a la desigualdad de sombra. Los estudios demuestran que, por cada 10% de cubierta natural, los árboles mantienen la temperatura del suelo unos 2 grados más baja. En una ciudad donde más de la mitad de las superficies son de hormigón oscuro o asfalto -que absorbe hasta el 90% de la radiación solar—, el 20% de las copas de los árboles se concentran en cuatro barrios donde vive menos del 1% de la población.
Para hacer frente a esta desigualdad, se han plantado 65,000 árboles en toda la ciudad como continuación de un plan de 2019 del ex alcalde Eric Garcetti para aumentar la cobertura de sombras naturales en un 50% para 2028 en los barrios menos verdes de Los Ángeles. El objetivo son 90,000 árboles para 2028.
La desigualdad ambiental es un testimonio de por qué el calor extremo es un problema de salud pública, dijo Segura. “Las zonas menos verdes de Los Ángeles son barrios históricamente desfavorecidos donde no sólo vemos más enfermedades relacionadas con el calor, sino también más contaminación y enfermedades crónicas exacerbadas como el asma”. De ahí que la esperanza de vida en zonas de mayor afluencia con amplios espacios verdes como Beverly Hills alcance los 90 años, mientras que la de los barrios desfavorecidos del sur de Los Ángeles, situados a menos de 24 kilómetros de distancia, es de tan sólo 77 años.
Así pues, prosiguió, cuando las políticas contra el calor “se coordinan con departamentos de toda la ciudad, el condado y” –en virtud del histórico Plan de Acción contra el Calor Extremo del gobernador Gavin Newsom, dotado con 800 millones de dólares- “el Estado, el resultado puede salvar vidas”. No obstante, los CHO siguen siendo escasos, a Segura únicamente se le suman dos en el país -en Phoenix (Arizona) y Miami (Florida)- y siete en todo el mundo.
Sin embargo, continuó, se está convirtiendo en algo habitual que las ciudades desarrollen no sólo planes climáticos en general, sino también planes de acción contra el calor. Se trata en gran medida de una cuestión de “planificación a corto plazo para la participación pública y la respuesta de emergencia, y de planificación a largo plazo para la salud pública y las infraestructuras resilientes“, añadió.
El núcleo de su trabajo como CHO de Los Ángeles, dijo Segura, es alinear las lagunas de equidad climática con los resultados de salud pública: “tratar una cosa es mejorar la otra. Podemos ver los resultados en todo el mundo: si no tenemos un plan, sólo se va a poner más y más caliente”.