En los últimos años los desórdenes del sueño, se han hecho cada vez más frecuentes. Y éstos no sólo afectan a la población adulta, también están afectando a niños y a jóvenes en edad adolescente. Estos desórdenes pueden aparecer de manera ocasional, y en muchos casos desaparecen con el tiempo. Sin embargo, para otras personas, la experiencia es totalmente opuesta, ya que éstos suelen prolongarse por más tiempo y en algunos casos, se vuelven crónicos. En esos casos se debe de buscar atención médica de manera inmediata.
Los desórdenes del sueño más comunes y frecuentes son: las pesadillas, el sonambulismo, el temor nocturno, y el insomnio. Éstas en su mayoría, suelen ser provocadas por el estrés, los problemas cotidianos, la falta de actividad física, rupturas amorosas, experiencias dolorosas de la niñez entre otras causas y sobre todo, por la actual crisis mundial.
Las pesadillas se definen como una constante producción de imágenes y episodios tormentosos, que se experimentan y develan durante el sueño. Este tipo de sueños aterradores, interrumpen el provecho del sueño reparador, provocando una serie de malestares como la ansiedad, miedo, confusión y pánico; que ponen en alerta al soñador, a quien no le resulta tan fácil volver a conciliar el sueño. Al despertar de una pesadilla, el afectado suele gemir, gritar y en ocasiones llorar en voz alta. Si las pesadillas se vuelven constantes, el individuo sentirá temor a la hora de dormir. Sus horas de sueño se verán reducidas, dando paso a efectos como la falta de concentración; depresión, sentimientos de culpa, ansiedad, y enfado continuo, que se harán presentes constantemente durante la vigilia.
El sonambulismo ocurre cuando la persona comienza a experimentar lapsos reincidentes, durante los cuales se levanta de la cama y camina mientras está dormida. La mayoría de pacientes de este tipo de desórdenes, presentan cuadros genéticos hereditarios. Y en un noventa por ciento de los casos, el sonambulismo comienza a manifestarse a temprana edad.
Quien padece de sonambulismo, no consigue recordar con claridad lo ocurrido al despertar, en muchas ocasiones se da cuenta de lo sucedido, porque amanece en otra parte y no en su propio lecho. Un sonámbulo puede volver a su cama, y caer en sueño profundo
de manera inmediata. Los pacientes en edad infantil en la mayoría de los casos, no suelen desarrollar trastornos emocionales o mentales prolongados, y pueden curarse en poco tiempo. No así las personas en edad adulta, ya que llegan a desarrollar numerosos percances como depresión, ansiedad, desánimo y falta de apetito sexual. Se ha descubierto que los pacientes que padecen de sonambulismo, durante largos períodos y no buscan ayuda profesional, corren el riesgo de contraer el desorden bipolar.
El temor nocturno ocurre durante las primeras horas de sueño, el durmiente experimenta terror y le resulta casi imposible despertar, cuando lo hace casi no recuerda nada de lo que ha acontecido y experimenta confusión. El pavor nocturno suele provocar amnesia, es decir que quien lo padece, recuerda muy poco la causa que le produce el pavor, en la mayoría de ocasiones las imágenes que vienen a su mente son muy vagas y sin sentido.
Si este desorden no es atendido prontamente, la persona corre el riesgo de que su vida y salud en general, se vea plenamente afectada.
Si experimenta algún tipo de desorden del sueño, como el insomnio por ejemplo, y éste se prolonga durante semanas, debe buscar ayuda profesional inmediatamente. El sueño reparador es necesario para todos sin excepción. Una vida sana y productiva comienza todos los días con una buena dosis de sueño.