Conoce el espinoso camino hacia la paz en Medio Oriente

José López Zamorano | La Red Hispana
Photo Credit: Pongsirirushakun / Unsplash

Las imágenes fueron deslumbrantes y conmovedoras: los últimos 20 rehenes israelíes vivos fueron liberados por Hamás y, en respuesta, Israel liberó a cerca de 2,000 prisioneros palestinos.

Casi simultáneamente se firmó la “primera fase” de un plan de paz mediado por Estados Unidos, Egipto, Qatar y Turquía, con la intención de apagar uno de los conflictos más despiadados en Medio Oriente durante los últimos años.

Fue sin duda un éxito diplomático y geopolítico para el presidente Donald Trump. Recibió la distinción inédita de hablar ante el Knesset, el parlamento unicameral israelí, pero su anhelo más codiciado es el Premio Nobel de la Paz el próximo año.

Sin embargo, a medida que la euforia de las familias reunidas y la calma de un alto el fuego se asientan en la región, persiste una perspectiva aleccionadora: esto es por ahora una pausa, no una paz.

Es una transacción que aborda las necesidades humanitarias inmediatas y una crisis política urgente, pero deja peligrosamente sin resolver las monumentales preguntas del conflicto.

Pero si miramos más allá de los titulares, se empiezan a asomar las grietas estructurales en este acuerdo.

El arreglo actual es meramente la Fase Uno de un plan más amplio, ambicioso de 20 veinte puntos. La parte «fácil» está hecha. La parte difícil, los problemas centrales son lo que quedan pendientes. Las preguntas más importantes se ciernen sobre el futuro de Gaza.

El desarme de Hamás: El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, ha prometido que Gaza será desmilitarizada, una condición previa con la que es poco probable que el gobierno negocie. Hamás, por su parte, es el Movimiento de Resistencia Islámica y ve sus armas como su única palanca y razón de ser.

La gobernanza de Gaza: El plan prevé una “Junta de Paz” dirigida por Trump y, de ser aceptado por las partes, por el ex primer ministro británico Tony Blair. Además, se ha propuesto una Fuerza de Estabilización Internacional—compuesta por tropas árabes y musulmanas, así como 200 soldados estadounidenses, pero faltan detalles.

El horizonte político: Hamás ha declarado que ve el acuerdo como un «fin de la guerra» y un paso hacia la «autodeterminación». Israel, sin embargo, solo ha aprobado el esquema de intercambio de rehenes/prisioneros, evitando notablemente cualquier mención de un camino hacia un Estado palestino o un fin permanente de las hostilidades.

Es obvio que, para que la paz sea duradera, y no solo una tregua prolongada, las aspiraciones políticas de millones de palestinos no pueden seguir siendo ignoradas.

Por ahora, debemos acoger el alivio y celebrar las vidas salvadas. Pero para que la paz sea «fuerte, duradera y eterna», debe construirse sobre algo más que un intercambio temporal de cautivos y una oleada de ayuda.

Requiere que ambas partes confronten sus líneas rojas más dolorosas y que la comunidad internacional las haga responsables de una visión que vaya más allá del cese inmediato de la violencia y avance hacia un futuro político legítimo para todos.

La pausa ha comenzado. El trabajo real y agonizante de construir la paz, no puede dejarse para otro día.

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