Roddy Scheer y Doug Moss
EarthTalk
Pueden parecer frondosos y verdes, pero algunos bosques ya tienen los días contados. Estos bosques, conocidos como “bosques zombis”, están formados por árboles que siguen vivos, pero que ya no son capaces de reproducirse debido al cambio climático que los rodea. Como dice Avery Hill, estudiante de posgrado de biología de Stanford, solo persisten gracias a la “inercia ecológica”, es decir, se aferran a la vida aunque las condiciones que antes les permitían sobrevivir están desapareciendo.
En resumen, viven fuera de lugar y fuera de tiempo. Los científicos lo llaman desajuste entre la vegetación y el clima: cuando las plantas que antes prosperaban en una región se encuentran de repente desajustadas con una nueva realidad. El aumento de las temperaturas, los cambios en las precipitaciones y el aumento de las sequías están alterando las reglas de la supervivencia.
La Sierra Nevada, en California, ofrece un caso llamativo. Las imponentes coníferas como el pino ponderosa, el pino de azúcar y el abeto de Douglas, gigantes que han definido estas montañas durante siglos, están luchando por adaptarse. Desde la década de 1930, las temperaturas medias han subido algo más de 1 °C. “Nuestros mapas y modelos muestran que el clima se ha vuelto demasiado cálido y seco para sustentar los bosques de coníferas a largo plazo”, explica Hill.
Las cifras son aleccionadoras. En menos de un siglo, las coníferas se han desplazado unos 34 metros cuesta arriba, mientras que el clima más adecuado para ellas se ha desplazado casi 183 metros más arriba. Esa diferencia las deja expuestas, especialmente después de un incendio. “La velocidad del cambio ha superado la capacidad de adaptación de muchas coníferas”, afirma Hill. Las investigaciones muestran que aproximadamente el 20 % de las coníferas de Sierra Nevada ya no se adaptan a su entorno, una cifra que se espera que se duplique en 77 años, incluso en los escenarios climáticos más optimistas.
Y los incendios solo empeoran las cosas. Un siglo de supresión de incendios ha llenado los bosques de combustible, preparando el escenario para megaincendios que devastan los ecosistemas. Mientras que los incendios más pequeños y de gravedad mixta ayudaban antes a reciclar los nutrientes y a abrir espacio para las plántulas, los intensos incendios actuales dejan pocas posibilidades de regeneración. ¿El resultado? Bosques al borde de la transformación. Algunas partes de Sierra Nevada, como el Bosque Nacional Eldorado, ya están dando paso a matorrales chaparrales tras los golpes consecutivos de los incendios forestales y la sequía.
Aun así, los expertos afirman que aún hay margen para actuar. Las quemas controladas pueden reducir el riesgo de incendios catastróficos, mientras que los modelos de nichos climáticos pueden ayudar a identificar los bosques que corren mayor riesgo. Los proyectos científicos comunitarios como iNaturalist también están marcando la diferencia, ya que los observadores locales ayudan a los investigadores a seguir los cambios en tiempo real. Los bosques zombis pueden ser una señal de advertencia, pero aún no son una sentencia de muerte. Con una gestión inteligente y la participación de la comunidad, todavía tenemos la oportunidad de evitar que más de estos paisajes se conviertan en “muertos en pie”.
CONTACTOS: Un estudio dirigido por Stanford revela que una quinta parte de los bosques de coníferas de Sierra Nevada, en California, se encuentran atrapados en hábitats que se han vuelto demasiado cálidos para ellos, https://news.stanford.edu/stories/2023/02/zombie-forests.
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