El tumultuoso lanzamiento en Orlando de la campaña de reelección de Donald Trump hacia las elecciones presidenciales del 2020 fue en esencia un viaje a 2016: una película repetida con las ideas, las obsesiones y las consignas que lo llevaron a la Casa Blanca a pesar de haber perdido el voto popular ante Hillary Clinton.
Fue la reaparición de sus villanos favoritos, caricaturizados con base en falsedades: los demócratas que quieren “fronteras abiertas”, los inmigrantes indocumentados que portan enfermedades y drogas, los acuerdos de libre comercio que golpean a la clase media y los medios informativos dedicados a las “fake news”.
Sin importar que en los dos años y medio de su presidencia Trump no ha cumplido su promesa de construir el muro en la frontera y lograr que fuera pagado por México, se comprometió a construir 400 millas del muro para finales del próximo año. “Se está moviendo rápido… Va a ser más fuerte, mejor y más barato”, prometió. La audiencia, crédula, lo ovacionó.
Aunque aseguro que la crisis migratoria podría resolverse en “15 minutos” con la ayuda de los demócratas, Trump se concentró en los logros económicos de su gobierno. “La economía está creciendo a alturas increíbles. Quizás la más grande economía en la historia del país”.
Es verdad que Estados Unidos protagoniza uno de los periodos más extendidos de bonanza económica con bajo desempleo y que creció a una tasa anualizada de 3.6% en el primer trimestre del 2019. Pero esa cifra palidece en comparación con el crecimiento de 7.2% en 1984, en la era Reagan.
Pero si el público parece tener más dinero en los bolsillos y los republicanos lucen energizados ¿por qué las propias encuestas internas de la campaña de Trump lo muestran rezagado en varios estados frente a Joe Biden, a quien por cierto no mencionó?
Porque las encuestas muestran que las mismas razones por las que es adorado por los conservadores, lo están alejando de los moderados, las mujeres, los votantes suburbanos y los universitarios. Si las elecciones fueran en este momento, Trump perdería ante Biden y Bernie Sanders.
Aunque quizás la clave más interesante de esta secuela es la selección de la sede del lanzamiento de la campaña. Florida, el más importante de los estados campos de batalla, puede definir la elección presidencial. Trump se la ganó a Hillary por apenas 1,2% de ventaja.
Pero decenas de miles de hispanos han llegado al centro del estado y podrían ser el fiel de la balanza del 2020, incluidos unos 70,000 puertorriqueños, que son mayoritariamente demócratas y muchos están molestos por el trato de Trump a la isla tras el azote del huracán María en 2017. Quizás ellos decidan con su voto si “Trump 2” llegará a ser filmada.
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