Mario Jiménez Castillo /El Observador
La reencarnación y el espiritismo no son temas aceptados por las religiones predominantes incluyendo al cristianismo. No obstante existen culturas ancestrales que han basado su fe religiosa en la creencia que los espíritus pueden encarnar otro cuerpo después de la muerte. Además existen religiones no cristianas o paganas, las cuales aceptan la reencarnación como un ciclo continuo de la vida eterna.
Quizá el ejemplo más tangible del tema de la reencarnación en la actualidad lo encontramos en las creencias de la antigua religión budista tibetana, el culto al Dalai Lama. En el Tibet antiguo existió una deidad viviente conocida con el nombre de Avalokitesvara Bodishatva, quien al morir desistió de morar en el terreno espiritual, prefiriendo ayudar a otras almas para que alcanzaran la purificación y el nirvana.
El líder budista de los lamas, “el Dalai Lama”, es la reencarnación del espíritu de Avalokitesvara. Esto se comprueba cuando se le encuentra siendo niño, pues debe reconocer todos los objetos de su antecesor y antecesores, y recordar todas las vivencias de sus reencarnaciones.
El décimo cuarto Dalai Lama nació en 1935 en el campo tibetano y fue encontrado en su infancia por unos peregrinos budistas. Al comprobar su autenticidad como espíritu encarnado, fue llevado a su palacio, el cual abandonó más tarde por motivos políticos, exiliándose en la India desde 1959, cuando el gobierno comunista de China, les invadió y destruyó gran parte de la historia cultura de aquella nación. Acabaron con reliquias históricas, quemaron escritos sagrados y semi-esclavizaron a la población.
Ojalá algún día el gobierno comunista chino le devuelva la soberanía al pueblo del Tibet, ya que ha usurpado injustamente a un país soberano desde hace más de seis décadas. Los líderes comunistas defienden “según” a los desposeídos y rechazan la explotación del ser humano, si embargo; ante la tiranía y la represión que ellos mismos ejercen, solamente guardan silencio.
Queremos un Tibet Libre.