Roddy Scheer & Doug Moss
EarthTalk
La salud mental y el medio ambiente son dos temas que suelen estar en el candelero, aunque no se suelen asociar. Pero algunos investigadores han empezado a encontrar vínculos entre el aumento de aire, agua y suelo contaminados y los crecientes problemas de salud mental en toda nuestra sociedad.
Varios estudios recientes han demostrado que la exposición a niveles elevados de contaminantes atmosféricos, como las partículas finas y el dióxido de nitrógeno, está relacionada con un mayor riesgo de problemas de salud mental. Varios estudios han descubierto que la exposición prolongada a la contaminación atmosférica puede aumentar los riesgos de depresión, ansiedad e incluso trastornos del neurodesarrollo en los niños. Recientemente, investigadores de Harvard han llegado a la conclusión de que la exposición prolongada a la contaminación atmosférica está relacionada con la depresión tardía en los estadounidenses mayores. Se necesitan más estudios, pero los investigadores creen que la inflamación y el estrés oxidativo causados por la contaminación atmosférica pueden afectar negativamente a la salud mental.
Las nuevas investigaciones también sugieren que la contaminación atmosférica puede tener efectos adversos en las capacidades cognitivas, como la memoria y la toma de decisiones. Estas deficiencias pueden, a su vez, contribuir al estrés y la ansiedad. La exposición a contaminantes como el plomo, el arsénico y los pesticidas en el agua potable también puede tener efectos neurotóxicos, provocando problemas cognitivos y de comportamiento tanto en niños como en adultos y contribuyendo al desarrollo de problemas de salud mental como el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) y la depresión.
La contaminación acústica, a menudo ignorada pero omnipresente en las zonas urbanas, también puede perjudicar el bienestar mental. La exposición crónica a la contaminación acústica puede aumentar los niveles de estrés, alterar el sueño y agravar la ansiedad y la depresión. El impacto negativo de la contaminación acústica en la salud mental se ve agravado por su asociación con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, que pueden contribuir aún más a los problemas de salud mental.
Los aspectos de justicia ambiental de la contaminación y la salud mental también están en juego. Las comunidades de bajos ingresos y las poblaciones marginadas suelen estar desproporcionadamente expuestas a la contaminación debido a factores como la proximidad a instalaciones industriales y el acceso limitado a espacios verdes. En consecuencia, estas comunidades se enfrentan a una mayor carga de problemas de salud mental relacionados con la contaminación, lo que agrava las disparidades sanitarias existentes.
Abordar estos problemas requiere esfuerzos concertados en múltiples frentes. Los gobiernos y los organismos reguladores deben dar prioridad a las normas de calidad del aire y del agua, hacer cumplir los controles de la contaminación e invertir en tecnologías más limpias. Las personas pueden reducir su exposición personal utilizando purificadores de aire y medios de transporte menos contaminantes, y abogando por políticas energéticas limpias. Asimismo, los servicios de salud mental deben incorporar los factores ambientales a sus planes de evaluación y tratamiento. Los profesionales sanitarios deben recibir formación para reconocer el papel potencial de la contaminación en los problemas de salud mental.
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