Más del 90% de los dreamers temen por su futuro en EE.UU.

José López Zamorano | La Red Hispana 
"Defend DACA", by Molly Adams. Photo Credit: Molly Adams / CC BY 2.0

Si en un país imaginario, azotado por una pandemia, un grupo de personas extraordinarias hubiera hecho contribuciones fundamentales para la economía, la salud pública o el sistema escolar, uno pensaría que serían justamente tratados como héroes de la era moderna.

En Estados Unidos, cientos de miles de beneficiarios de DACA, el programa para llegados en la infancia, nuestros célebres “dreamers”, hicieron precisamente eso. Lo hicieron como trabajadores esenciales en hospitales, clínicas y servicios de emergencia. Lo hicieron en empleos imprescindibles como la agricultura, las empacadoras de carne, los supermercados y la construcción. Lo hicieron todos los días, a riesgo de su propia salud y de su vida.

Un nuevo sondeo del progresista Centro para el Progreso Americano (CAP) nos ofrece una radiografía imprescindible sobre cómo la sociedad estadounidense ha tratado a estos héroes anónimos. Pero también nos presenta algo más trascendente: cómo ven ellos su realidad diaria, sus temores y sacrificios, pero también, sus sueños y aspiraciones.

DACA hizo posible que alrededor de cuatro de cada 10 “dreamers” se movieran a un empleo con mejor paga, mejores condiciones de trabajo y beneficios, más apropiado para el tipo de educación que recibieron o más alineado con sus expectativas profesionales. Las cifras no reflejan la realidad completa: los porcentajes son menores a los que se registraron antes de la pandemia. Los Dreamers más jóvenes resintieron el mayor impacto, muy similar al del resto de la población de su edad, qué fue golpeada por el desempleo y reducciones de pagos.

Pero a pesar de las circunstancias adversas por la pandemia, muchos de estos Dreamers pudieron comprarse su primer auto o su primera casa, aunque algunos de ellos, al igual que el resto de la población, reportaron dificultades para pagar la hipoteca durante la pandemia. Casi cuatro de cada 10 tuvieron problemas para pagar la renta y casi uno de cada 10 fue incluso amenazado con embargos inmobiliarios.

Sin embargo el dato quizá más preocupante de la encuesta es hasta cierto punto invisible: un abrumador porcentaje del 91% de los Dreamers reportó preocupación por la seguridad física de ellos mismo o de sus familias; la posibilidad de acceder al seguro de salud o educación, la seguridad alimentaria y el riesgo de perder sus hogares en caso de ser deportados a sus países de origen.

Cuatro de cada 10 declararon que todos los días se despiertan pensando que podrían ser detenidos, enviados a un centro de detención migratoria o deportados de los Estados Unidos. Un porcentaje aún mayor, de casi el 50% respondieron que siempre están atemorizados por la detención o deportación de uno de sus seres queridos. Siete de cada 10 “dreamers” que son padres de familia piensan todos los días en la posibilidad de ser separados de sus hijos.

Es indudable que DACA ha sido una exitosa política pública y ha protegido de la deportación a más de 800,000 personas. Pero la encuesta muestra con claridad que se trata de una política a medias y no de una solución definitiva. La Casa Blanca y el Congreso tienen la asignatura pendiente de completar su trabajo y aprobar una salida legal que ofrezca a estos héroes extraordinarios la certidumbre, la dignidad y el trato humanitario que se merecen.

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