A pesar de que se han aplicado miles de millones de dosis de las vacunas contra el COVID-19 a nivel mundial, incluidas cientos de millones sólo en Estados Unidos, en algunas comunidades –particularmente en la hispana—subsiste todavía un considerable nivel de indecisión debido a inquietudes sobre la seguridad y efectividad de la vacunación.
En esta era cibernética es muy probable que la vacunación contra el COVID haya sido objeto de la mayor cobertura mediática en la historia de la medicina. Pero el bombardeo informativo es un arma de dos filos.
Por un lado, estamos ahogados en un tsunami de desinformación donde proliferan teorías descabelladas y sin fundamento; y por otro lado tenemos información científica sólida, pero escrita con frecuencia con un lenguaje técnico o formato inadecuado, lo que la hace inaccesible o incomprensible.
Afortunadamente han surgido esfuerzos institucionales para remediar ambos problemas. El sector público y organizaciones independientes han creado campañas que tienen el objetivo de desnudar la falsedad de las teorías conspirativas sobre las vacunas contra el COVID. Adicionalmente, cada vez existen más recursos informativos adecuados cultural y lingüísticamente para hacerlos de fácil comprensión para nuestra comunidad hispana.
Como periodista he tenido la oportunidad de colaborar en uno de esos esfuerzos y estoy gratamente impresionado por el compromiso de profesionales de la comunicación dedicados a elaborar materiales útiles y eficaces que permiten neutralizar los mitos y presentar datos verídicos para que nuestra comunidad tome decisiones bien informadas sobre las vacunas, especialmente ahora que están disponibles para nuestros hijos de cinco años o más y la dosis de refuerzo para todas las personas de 12 años en adelante.
¿Por qué debería vacunar a mi hijo? ¿Cómo sabemos que las vacunas son seguras para los niños? ¿Cuántas dosis de la vacuna necesita mi hijo? ¿Quién puede recibir la vacuna contra el COVID-19? Son todas preguntas legítimas y todos los padres merecemos tener respuestas claras y precisas.
Más allá de todo el ruido y desinformación que circula en las redes sociales, la realidad es que las vacunas y la dosis de refuerzo son la mejor protección para los niños en este momento ya que la gran mayoría de los niños hospitalizados con COVID-19 no están vacunados.
Y aunque es poco probable que los niños desarrollen enfermedad grave como consecuencia del COVID, su hijo puede transmitir el virus a alguien que esté en riesgo de contraer una enfermedad grave, como sus abuelos, primos, compañeros de escuela o cualquier persona de su comunidad. También es cierto que, aunque es poco frecuente, algunos niños desarrollan enfermedades graves. Los doctores también desconocen los efectos del “COVID prolongado”, que causa síntomas en algunos niños meses después de la infección.
Todos sabemos que las buenas decisiones se toman con buena información. Tener acceso a datos confiables, basados en estadísticas y datos científicos, es sumamente importante para proteger nuestro más importante patrimonio: nuestras familias.
Si desea más información, descargue el kit de herramientas sobre la importancia de las vacunas contra el COVID-19 para los niños aquí: https://bit.ly/3Ipn6K9