DOBLE MANCHA PARA LA DEMOCRACIA

José López Zamorano | La Red Hispana 
Photo Credit: La Red Hispana

Más de 150 millones de ciudadanos depositaron su voto en las urnas el 3 de noviembre, en una jornada de participación histórica para el pueblo estadounidense.  El resultado fue incontrovertible, más de 81 millones de personas votaron a favor del ahora presidente electo Joe Biden, y más de 74 millones a favor del actual presidente Donald Trump.

Con base en las reglas electorales de los Estados Unidos, el exsenador y ex vicepresidente Biden obtuvo una clara y contundente victoria con 306 votos electorales a su favor, contra 232 para Trump, una diferencia muy por encima del número reglamentario de 270 votos electorales para ganar la presidencia.

Aunque las elecciones fueron consideradas por el Departamento de Seguridad interna como las más limpias y vigiladas en la historia del país, el presidente denunció la existencia de un fraude masivo en su contra. Su caso fue llevado a los tribunales, incluida la Suprema Corte de justicia y derrotado ante la falta de evidencias.

En algunos de los estados en disputa, como en Georgia, se realizó un recuento oficial y el resultado siguió siendo el mismo: Joe Biden ganó las elecciones.

En Washington, el Congreso se reunió este 6 de enero en una solemne sesión conjunta entre la Cámara de Representantes y el Senado para certificar la elección. Se trató de un procedimiento protocolario, toda vez que bajo el sistema federalista de Estados Unidos los estados tienen la autoridad plena para la realización y validación de las elecciones presidenciales.

Pero un puñado de republicanos, encabezado por el senador de Texas Ted Cruz, protagonizó un triste espectáculo impugnando la validez de los resultados en varios estados del país, en un ánimo de darle gusto al presidente y de hacerle un guiño el ojo a los sectores más conservadores del electorado, con vistas a las elecciones presidenciales de 2024.

Peor aún: cientos de simpatizantes de Trump invadieron el edificio del Capitolio. No sólo es un acto de intimidación inaceptable, sino posiblemente un acto de sedición.

Es triste y lamentable que un grupo de estadounidenses haya buscar deslegitimar el triunfo de Joe Biden y de su vicepresidenta Kamala Harris, la primera mujer de color en ocupar ese importante cargo, por los más simples intereses políticos personales.

El presidente y sus seguidores tuvieron oportunidad de presentar su caso ante los tribunales para probar la existencia de un robo y perdieron. Su fallida estrategia para desconocer la voluntad mayoritaria de los electores estadounidenses sólo puede ser descrita como una vergüenza nacional. Por fortuna muchos republicanos rechazaron unirse a la farsa.

Al mediodía del 20 de enero, Joe Biden y Kamala Harris serán juramentados como presidente y vicepresidente de los Estados Unidos de América y Trump será recordado como un perdedor que intentó sabotear la democracia más longeva del planeta.

La primera ceremonia de juramentación de la era COVID-19 será un testamento a la fortaleza de las instituciones de Estados Unidos y un recordatorio de que la defensa de la democracia es una batalla diaria y permanente.

Para más información visita www.laredhispana.com.

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