El naciente 2020 se perfila como un año de peligros y desafíos, pero también de oportunidades únicas de crecimiento para la comunidad hispana de los Estados Unidos.
Al menos 2 eventos tienen el potencial de redefinir el peso de las comunidades latinas en la geografía social y política del país: el Censo 2020 y las elecciones presidenciales de noviembre.
Se trata de dos sucesos donde la comunidad hispana puede tener una influencia trascendente o, al mismo tiempo, puede ser una de las oportunidades perdidas más graves del nuevo ciclo político de los Estados Unidos.
La lista de retos podría incluir también la resolución judicial sobre el futuro de DACA, el Programa de Acción Diferida que beneficia a 690,000 jóvenes, pero el desenlace del caso recae mayormente en la Suprema Corte de Justicia, que deberá decidir si acepta el argumento sobre la constitucionalidad de DACA o si concede a la administración Trump el deseo de eliminar el programa.
Indudablemente la primera interrogante mayúscula del 2020 será la participación latina en el Censo del primero de abril. Aunque la Suprema Corte decidió dejar afuera la pregunta sobre ciudadanía, subsiste entre los miembros de la comunidad de inmigrantes de que sus datos puedan ser usados en su contra en procedimientos migratorios.
Aún cuando la ley prohíbe a funcionarios del Censo compartir información con autoridades migratorias.
Un estudio del Instituto Urbano concluyó además que más fronteriza 1,7 millones de latinos podrían no ser contados debido a que el Censo no dedicó presupuesto suficiente para un ensayo en español ni los recursos para cubrir los condados más difíciles de contar, en especial en estados con importante población hispana, como California.
Del conteo exacto de TODOS depende el destino de cientos de miles de millones de dólares en recursos públicos para salud, educación y mucho más, pero también depende la reconfiguración de distritos electorales en 2021.
Y en noviembre tendrán lugar las elecciones generales. Para la comunidad hispana es otro reto mayor. Alrededor de 15 a 18 millones de latinas y latinos elegibles para votar aún no se registran, de acuerdo con la nueva organización Latinx. De allí que una gran cantidad de recursos económicos y organizativos sean necesarios para lograr que el mayor número de adultos latinos que son ciudadanos hagan la diferencia en noviembre.
Allí reside el gran dilema del 2020. Un año de grandes oportunidades para dejar atrás el debate de la comunidad latina como el gigante dormido e iniciar una conversación sobre el potencial ilimitado de la principal minoría étnica de Estados Unidos. Y el desenlace depende enteramente de nosotros.
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