San Alejo es un Santo muy venerado y apreciado entre los feligreses, desde hace muchos siglos, es considerado como un eterno protector en contra de fuerzas malignas, hechizos, envidias, malas voluntades, y malos espíritus. Se recomienda ofrendarle veladoras y hacerle un rezo los días 17 de cada mes. Su fecha de celebración y festejo es el día 17 de julio. Muchas personas han dado fe y testimonio de los favores otorgados por este santo a quién también se le pide para curarse de vicios y actividades dañinas. Se le considera como un benefactor de aquellas personas que desean desterrar el vicio del alcohol y las drogas. Es un Santo aclamado como muy milagroso y benefactor.
San Alejo vivió alrededor del siglo V, era hijo de un senador romano. A la edad de veinte años comprendió que su vida rodeada de pompa y riquezas era un peligro para su espíritu. Para servir a Dios en la mayor humildad, se fue de Roma a Edesa, disfrazado de mendigo. En Siria vivió por más de diecisiete años dedicándose a la oración y a la penitencia. Vivía de la caridad para ayudar a otros a encontrar el camino del Señor. Cuando se descubrió que era hijo de una familia ilustre de Roma, San Alejo temió que le rindieran honores y regresó a Roma, a casa de su padre donde vivió por años de incógnito, como un sirviente más, durmiendo debajo de una escalera por varios años. Un día enfermó, y ya agonizante, les reveló a sus padres que era su hijo y que había escogido vivir aquella vida por penitencia y para servir al cielo. Sus padres le abrazaron llorando y le procuraron una muerte en santa paz. Cuando el obispo se enteró del caso, mandó exhumar el cadáver, pero no se encontraron más que los harapos del hombre de Dios y ningún cadáver. La fama del suceso se extendió rápidamente por toda la región.
Peticiones: se le pide para alejar todo lo malo, especialmente brujería, fantasmas, alcoholismo, drogadicción, malas amistades y malas compañías.
San Alejo
Milagroso San Alejo, tú que tienes
el poder de alejar todo lo malo
que acecha a los escogidos del Señor,
te pido que alejes de mí, la maldad, los malos espíritus,
la magia negra, los trabajos de hechicería,
la mentira, la injusticia, la impureza los vicios y la envidia;
y por último, aleja al que viniere a mí
para hacerme daño.
Ponme tan lejos de los malos
para que jamás me vean.
Aleja también las malas influencias
que puedan rondar mi hogar.
Finalmente acércame al camino y sendero de Jesucristo,
para que me cubra con su divina gracia.
Amén.