El yoga y los sueños

Mario Jiménez Castillo | El Observador
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El mundo de  los sueños suele presentar muchas interrogantes, y al mismo tiempo diversas interpretaciones, según el yoga nuestro ser está dividido en diferentes cuerpos, y ello explica en gran medida un significado más profundo de las experiencias oníricas individuales.

El Maestro yoghi Bhagwan Shree Rajneesh en su discurso sobre la psicología de los sueños contenido en su obra: The Psychology of the Esoteric, dice: “Tene­mos siete cuerpos: 1) el físico, 2) el etéreo, 3) el astral, 4) el mental, 5) el es­piritual, 6) el cósmico, y 7) el nirvánico. Cada cuerpo tiene su propia clase de sueño.

El cuerpo físico es conocido en la psicología occidental como el cons­ciente, el cuerpo etéreo como el inconsciente, y el cuerpo astral como el in­consciente colectivo”.

De modo que, según Rajneesh, la calidad del sueño cambia con relación al nivel de profundidad en que dormimos. Cuando el individuo está ligeramen­te dormido, el cuerpo físico crea sus propios sueños. Estos sueños reflejan los estados de alteración física como indigestión o excitación sexual, por ejemplo, o estímulos exteriores como frío, calor, humedad o sonidos de cualquier clase.

En los sueños del segundo nivel o cuerpo etéreo, se puede viajar por el es­pacio a cualquier lugar sin límites de distancia. Al despertar se recuerda las imágenes como un sueño del primer nivel, pero son experiencias vividas cuando el cuerpo etéreo se desprende momentáneamente del cuerpo físico. Es posible crear visiones etéreas a voluntad mediante visualización, o repitiendo como una mantra lo que se desee soñar.

Los Sufis usaban perfume para crear visiones etéreas. Un perfume particular puede crear un sueño particular. En investigaciones psicológicas no se menciona el cuerpo etéreo, y los sueños de este cuerpo se los atribuye al cuerpo físico.

El tercer nivel corresponde al cuerpo astral, y aquí los sueños llevan a vidas anteriores. Las imágenes en estos sueños son generalmente confusas, porque fluyen de los siete cuerpos que están simultáneamente activos. Pero es fácil deducir que se refieren a vidas anteriores, porque en el sueño uno se encuen­tra en otra cultura y hablando un idioma extranjero, o en lugares extraños, con gente extraña, con seres mitológicos, o participando o siendo testigo de hechos históricos del pasado.

En mi diario de sueños, hay uno en el que vivía en Asia y hablaba japonés; otro en el que vivía en Alemania y hablaba alemán. Estos idiomas no los hablo en la actualidad. Y en un tercer sueño, yo era testigo presencial de la crucifixión del Redentor, Jesús Cristo.

Los sueños en el cuerpo mental, proyectan visiones de vidas pasadas o futu­ras, pero se las percibe como acciones presentes. Quien sueña puede penetrar en su propio futuro, pero no en el de otra persona. En este nivel la percepción del tiempo, y de todo lo que sucede es aquí y ahora.

Si se mira hacia atrás, el presente y el futuro desaparecen, y si se mira adelante, el presente y el pasado desaparecen. Y dondequiera que se esté, la experiencia es en el presente. Soñar en el cuerpo espiritual o quinto plano, es trascender el tiempo y la individualidad para entrar en la conciencia del todo.

Aquí se perciben visiones de la creación universal, con símbolos que tienen la consistencia de la realidad objetiva. Las imágenes son menos fantásticas que las de los sueños anteriores. En este nivel y en los siguientes, varias personas pueden tener el mismo sueño simultáneamente. Las revelaciones de la creación universal y la existencia de Dios, se atribuyen a experiencias oníricas producidas en el cuerpo espiritual. La simbología de estas experiencias puede ser Cristiana, Hindú, Judía o Islámica, pero en el fondo expresan una misma realidad.

El cuerpo cósmico produce sueños cósmicos, es decir, visiones vastas del universo totalmente consciente, harmónico y positivo. La mente y la materia se funden en una sola conciencia, para producir teorías de la unidad y del infinito. Según esta definición, la creación de las grandes religiones es consecuencia de sueños cósmicos.

Finalmente viene el cuerpo nirvánico. Nirvánico se deriva de Nirvana que en Budismo significa Iluminación o Esclarecimiento. En este plano se trasciende el universo positivo, para entrar en la nada infinita. Aquí los sueños son de inexistencia y de vacío, sin símbolos, sin imágenes y en silencio absoluto.

Y porque la conciencia individual se funde momentáneamente en la conciencia universal, el recuerdo de la experiencia permanece latente dentro de uno, como una visión fugaz e inmensa al mismo tiempo, que le convierte en algo inexpresable. Un sueño puede considerarse profético, cuando la emoción que se siente al soñarlo, es una emoción fuerte igual o más que durante la vigilia.

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