Mario Jiménez Castillo
El Observador
El pasado domingo 4 de febrero, se celebraron las elecciones presidenciales y legislativas en El Salvador. Las encuestas daban como ganador a Nayib Bukele, quien obtuvo la reelección. Su victoria fue contundente con casi un 90 por ciento de los votos, contra un 4 por ciento del partido de derecha, y un 5 por ciento del partido de izquierda. Por otra parte, más de 800 mil salvadoreños tuvieron la oportunidad de votar en el exterior, quiénes le dieron a Bukele más del 98 por ciento de los votos.
El Salvador hasta hace unos pocos años era considerado el país más violento y peligroso del continente americano, y una de las cinco naciones más peligrosas del mundo. En esas épocas ocurrían en el país, todo tipo de crímenes, asaltos, robos, extorsiones, y alrededor de 30 asesinatos al día. Era un caos, un cáncer social se había apoderado de las calles del país centroamericano.
En el año 2019 surgió Bukele, un líder, una esperanza para esa sufrida nación, que había sido gobernada durante 10 años, por un partido político comunista. La vida era realmente dura en esos años, por un lado los criminales tenían en jaque a la población. Estos delincuentes eran el brazo armado del partido comunista, quienes al estar en el poder crearon una serie de leyes que protegían a los delincuentes, los cuales extorsionaban al país entero. Y por otro lado los criminales, obligaban bajo amenazas de muerte a que la gente votara por los comunistas. Imagínense, en esos tiempos si un criminal entraba a robar a tu casa, te golpeaba, abusaba a tus hijas, y hacía lo que quería contigo y tu familia; tú no podías defenderte ni hacer nada, pues si te defendías y el criminal salía lastimado, quién iba a parar a la cárcel, eras tú, y no el delincuente. Y si tenías la suerte que el criminal fuese capturado, éste sin importar sus crímenes, salía de la prisión a la mayor brevedad posible. La policía, el ejército, y los cuerpos de seguridad, habían sido reducidos a su mínima expresión. Las bandas delictivas eran dueñas de todo el país. Y si por si esto fuera poco, los funcionarios públicos, y todo el que trabajaba para el gobierno comunista, recibían el doble del sueldo. Creaban plazas fantasmas para saquear las arcas del estado, enriqueciéndose de manera fraudulenta ellos y sus familiares. Empobreciendo aún más al país.
Cuando Bukele ganó la presidencia en 2019, aún no tenía el apoyo necesario en La Asamblea Legislativa, entonces el partido comunista y el partido de derecha, después de haber sido “supuestamente” enemigos, durante más de cuatro décadas, se unieron para tratar de anular cualquier medida presidencial. Tenían negocios y tratos con las pandillas. Pero llegó el 2021, hubieron elecciones legislativas, y el pueblo salvadoreño le otorgó nuevamente su apoyo al Partido Nuevas Ideas, el cual representa Nayib Bukele. A partir de ese momento se creo el Régimen de Excepción, el cual le otorga al gobierno poderes especiales en situaciones extraordinarias. Miles y miles de criminales, fueron apresados, se cuenta un número de 50 mil prisioneros; quienes el año pasado fueron trasladados a la Mega Cárcel de máxima seguridad, que fue construida en El Salvador.
De pronto, se acabaron homicidios, la taza de criminalidad bajó a un punto jamás visto en ese país, la gente comenzó a vivir en libertad, en paz, sin la zozobra de ser asaltado, extorsionado, o en el peor de los casos asesinado. Lastimosamente, existen organizaciones izquierdistas de derechos humanos, que defienden a los criminales, a los asesinos, a los violadores, y a todo tipo de delincuentes. No es un secreto que muchas de estas organizaciones internaciones son de corte comunista. Ellos afirman tener compasión por los delincuentes, quienes merecen una oportunidad de volver a ser libres, y que las condenas son injustas. En cualquier país del mundo, los criminales merecen cárcel. Acá en Estados Unidos les dan pena de muerte a muchos. Es indigno que algunos medios de comunicación, por ganar rating y crear controversia, defiendan a la delincuencia; debido a que sus programas o notas, han perdido más del 70% de su audiencia. El Salvador es un país libre y soberano, la gente honrada y de bien, merece vivir en paz. Los criminales, tienen que estar en el lugar que merecen ”la cárcel”
Desde que se puso mano dura a la delincuencia, ya no hay asesinatos en El Salvador, la gente por fin respira aires de libertad, y después de ser el país más peligroso y violento, ahora de ha convertido en uno de los más seguros de todo el continente. El 90 por ciento de la población apoya a Nayib Bukele. Él ha cambiado para bien la vida de los ciudadanos honrados, que trabajan, y que se esfuerzan por un futuro mejor. Casi ningún mandatario en el mundo, ha logrado ganar una elección, y una reelección de manera tan contundente. Los que se oponen a él, son los políticos del pasado, pues se les acabo el negocio de saquear al país. Mandatarios de otros países como el Presidente de Ecuador, están planteando la idea de seguir los pasos de Bukele, y crear en sus naciones un Régimen de Excepción, pues son varios los países hispanos que viven oprimidosen las garras de la delincuencia. Lo mismo se ha planteado en Honduras, Guatemala, Panamá, y otros países.
El Salvador despertó a una nueva realidad, realidad en la que la derecha, y la izquierda y sus pandillas, ya no tienen cabida. Le han hecho demasiado daño al país. El 90 por ciento de la población no puede estar equivocado, este movimiento patriótico nadie podrá detenerlo. Los salvadoreños desean que su país, resurja de la pobreza, de la demagogia, y de los políticos corruptos. La inmensa mayoría apoya a Nayib Bukele, y defenderán la paz, la justicia, y la libertad, que ahora goza la nación centroamericana.
