Neoyorquino enfrenta deportación de ICE, a pesar de ser ciudadano estadounidense

Edwin J. Viera | Public News Service
El estatus migratorio de Pascal Charpentier sólo se convirtió en un problema cuando tuvo que mostrar prueba de ciudadanía para obtener una licencia de conducir. Sin pasaporte, certificado de nacimiento o certificado de naturalización, solicitó una tarjeta verde, que indicaba que su país natal era Haití. Photo Credit: Wirestock

Pascal “Shakoure” Charpentier nació en una base militar en Alemania y ha llamado a la ciudad de Nueva York su hogar durante tres décadas, pero es posible que no pueda hacerlo por mucho más tiempo.

El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas está tratando de deportarlo por ser un inmigrante haitiano, a pesar de nunca haber estado en Haití. Agentes federales arrestaron a Shakoure en 2020 y lo retuvieron sin derecho a fianza en un centro de detención de Nueva Jersey. Desde entonces, ha sido puesto en libertad.

Los fiscales afirman que un cargo de delito grave cometido en su juventud, por el que cumplió condena en prisión, justifica su deportación. Ha presentado pruebas que prueban su estatus de naturalizado, pero los fiscales las desestiman. Por ahora, se ve obligado a usar un monitor de tobillo, lo que, según él, se ha convertido en una barrera en su vida.

“El tipo de compromisos que tengo a nivel profesional puede ser bastante perturbador porque cuando es necesario cargar la unidad, simplemente lo anuncia”, explicó Charpentier.”Suena varias veces. Hay un anuncio de que es necesario cargar la batería”.

Pidió que se rebaje el monitor de tobillo a una opción menos molesta, aunque sus peticiones no han recibido respuesta. Una de sus abogadas, Jessica Rofe, dijo que no está claro cuánta información podría satisfacer al Servicio de Inmigración y Control de Aduanas. Pero Charpentier señaló que sus propios documentos pueden probar su caso ya que muestran su vida en este país. Espera que el caso pueda terminar cuando la gobernadora de Nueva York, Kathy Hochul, le otorgue el indulto.

La suya no es una historia poco común.

Karim Golding, organizador de Freedom to Thrive, enfrentó una situación similar. Siendo de Jamaica, ingresó por primera vez a los Estados Unidos cuando tenía unos nueve años con su madre. Fue arrestado por cargos de drogas y armas, por lo que fue sentenciado a una prisión federal. Pero luego lo trasladaron a un centro de detención del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas. Si bien fue liberado y se anuló su condena, Golding dijo que las implicaciones aún persisten.
“Todavía tengo que pedir permiso si me quiero salir el estado de Nueva York o el [área] de los tres estados”, señaló Golding. “Tengo que pedir permiso. Pascal tiene un monitor de tobillo. Tuve un monitor de tobillo durante 18 meses antes de que se anulara mi caso y todavía tengo diferentes niveles de supervisión con los que tengo que lidiar. Seguimos encarcelados, no somos libres”.

Dijo que personas como él y Charpentier todavía tienen que luchar en sus casos día a día. Golding argumentó que es necesario explorar la rehabilitación como una opción viable para las personas en tales situaciones. Añadió que la gente necesita estar mejor educada sobre la ley para que el primer lugar que vean en Estados Unidos no sea una celda de prisión.

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