Menos de 24 horas después de que el presidente Biden anunció un relanzamiento de la campaña para un mayor control de las armas, ocurre un dramático incidente violento en el metro de Nueva York que resulta en decenas de personas heridas. Aunque aun no son claros los motivos, al parecer no se trata de un acto terrorista, sin embargo, la violencia de las armas ha cobrado una normalidad espeluznante en este país.
Se estima que existen más de 400 millones de armas de circulación en los Estados Unidos, no solamente entre las corporaciones policiales y militares, sino también entre civiles. La abrumadora mayoría, un 98% de las armas, se encuentran en posesión de personas que no están relacionadas con el mantenimiento de la ley y el orden.
Ejercer el derecho que les otorga la Constitución a los ciudadanos estadounidenses para poseer armas es una cosa, pero lo que vemos es algo preocupante. El estadounidense que posee armas tiene en promedio cinco armas de fuego. Esto lleva a una estadística todavía más preocupante: existen 500 armas de fuego por cada 100 ciudadanos de los Estados Unidos.
Lamentablemente, los temas de control de armas de fuego han avanzado a paso de tortuga a nivel federal. No ocurre lo mismo en muchas comunidades a lo largo del país, que han decidido actuar por su propia cuenta para establecer sus propias estrategias ante la inexistencia de soluciones integrales por parte de Washington D.C.
Por eso, es una noticia refrescante que el presidente Biden haya decidido lanzar una ofensiva frontal contra las llamadas armas fantasma y se haya pronunciado por ampliar el proceso de verificación de antecedentes criminales, derogar las protecciones a la responsabilidad de los fabricantes de armas, y restablecer la prohibición federal a las armas de asalto, que se encuentra expirada desde 2004.
Aquellos que vivimos en Washington D.C. sabemos que el control de las armas es uno de los temas más difíciles de resolver, especialmente en el clima de polarización y división que existe en la capital de Estados Unidos en este momento, complicado aún más por el hecho de que estamos en un año electoral, donde se pone en juego el control de la cámara de representantes y del Senado en el mes de noviembre.
Pero se tiene que hacer algo, toda vez que el apetito por las armas de fuego es insaciable en Estados Unidos. De acuerdo con las estadísticas del FBI, en plena pandemia se compraron alrededor de 40 millones de armas de manera legal en 2020. Se trata de la mayor cantidad de adquisición de armas de fuego de la historia. En 2019 se compraron 28 millones de armas.
La violencia de las armas ha diezmado muchas comunidades, especialmente en zonas urbanas de Estados Unidos. La disponibilidad generalizada de las armas de fuego también es un factor significativo en los suicidios en este país. Es hora de hacer algo, y está claro que sin la presión de la sociedad civil, la aguja política en Washington D.C. difícilmente se moverá en la dirección correcta.