¿VACUNAS OBLIGATORIAS?

POR JOSÉ LÓPEZ ZAMORANO
Dr. Carlos del Río, MD. Photo Credit: La Red Hispana

Con el regreso a clases presenciales en el otoño, uno de los grandes temas de la conversación nacional sobre la pandemia y las vacunas contra el COVID, está centrándose en la posibilidad de qué las vacunas se conviertan en un requisito obligatorio para poder enviar a nuestros hijos a los salones de clase.

Más de 500 universidades y otros centros de estudios de educación superior ya dieron el primer paso. Sus alumnos, la mayoría adultos mayores de 18 años, tendrán que mostrar una prueba de su vacunación plena contra COVID si desean cursar clases presenciales. En casa, mi hijo estudiante universitario se vacunó contra el COVID-19 tan pronto como recibió la notificación del requerimiento y está listo para abandonar los confines de su recámara cuando reanuden las clases presenciales en las próximas semanas.

Pero no todos han reaccionado de la misma manera. Muchos estudiantes no sólo se oponen, sino están llevando su argumento a los tribunales. Hasta el momento, ningún juez ha avalado las quejas de los estudiantes opuestos a la vacunación. Lo cual no dejan de ser buenas noticias toda vez que apenas uno de cada tres jóvenes de entre 18 y 24 años han recibido una de las dosis de alguna de las tres vacunadas autorizadas en Estados Unidos contra el COVID.

Pero hacer extensivo un posible requerimiento a las escuelas secundarias y preparatorias es más complicado de lo que parece. En primer lugar, la Constitución otorga a los estados el poder de regular la salud pública. Aunque en la mayoría de los estados del país la vacunación general es obligatoria para la educación K-12, la selección de vacunas varía de estado a estado.

Algunos estados del país tienen además excepciones para ciertos segmentos de la población que pueden acudir a clases sin vacunarse, si argumentan motivos religiosos o si existen razones legítimas y comprobables de que una vacuna puede afectar su salud.

Pero la principal diferencia entre las vacunas que ya son obligatorias y las vacunas contra el COVID, es que éstas últimas no han sido aprobadas por la FDA, sino que empezaron a aplicarse a la población a través de una “autorización de emergencia”.

Conversé sobre el tema con el doctor Carlos del Río, de la Universidad de Emory, uno de los expertos que ayudó en el desarrollo de las vacunas contra el COVID. Aunque reconoce que el concepto de un mandato obligatorio siempre genera controversia, cree que eventualmente las vacunas ingresarán a la lista de vacunas obligatorias.

“Mientras que las vacunas no tengan una autorización final de la FDA creo difícil que vaya a haber un mandato. Una vez que la FDA haya aprobado las vacunas si va a haber mandato. Para empezar la escuela en agosto no creo que vaya a haber mandato. Para el año que entra creo que sí va a haber mandato”.

Bajo cualquier criterio, la vacunación es una de las grandes historias de éxito de la humanidad.

Gracias a ellas erradicamos la viruela y casi eliminamos el virus del polio. Frenamos al sarampión, la difteria y tos ferina. Pero en ocasiones se olvida que una de las grandes razones por las cuales la vacunación ha salvado millones de vidas, es porque se ha convertido en prácticamente obligatoria para los menores de edad.

Es verdad que la vacunación es una decisión personal. Y muchos padres toman seriamente la responsabilidad de proteger a sus hijos. En el caso de las vacunas del COVID no debería haber controversia: los beneficios superan por mucho los posibles riesgos que han aparecido entre cientos de millones de personas que se han vacunado.

Con mandato o sin mandato, las vacunas contra el COVID son la principal herramienta para frenar la propagación de un virus que ha mostrado una extraordinaria capacidad para mutarse y convertirse en más letal y contagioso.

Para encontrar una vacuna, visite vacunas.gov o llame al 1-800-232-0233. También puede unirse al grupo de chat de WhatsApp poniendo el número 1-833-636-1122.

El Dr. Carlos del Río, MD es profesor distinguido de Medicina en la División de Enfermedades Infecciosas de la Facultad de Medicina de la Universidad de Emory y decano asociado ejecutivo del Hospital Grady de la Universidad de Emory.

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