Mario Jiménez Castillo
El Observador
“Los sueños son una manifestación del subconsciente.
Todo lo que llega a ser realidad aparece primero en sueños” frase célebre de Edgar Cayce, el más afamado y reconocido psíquico y vidente norteamericano.
En pleno inicio del siglo 20, Sigmund Freud, padre de la psicología moderna, Carl Jung, psiquiatra suizo y otras mentes brillantes de la época, hacían demostraciones de lo importante que eran los sueños en el psicoanálisis. Años más tarde Edgar Cayce, ideó uno de los métodos más prácticos para descifrar y entender el significado de los sueños.
Las miles de lecturas que Edgar Cayce, realizó a lo largo de su vida referente a la interpretación de los sueños, han logrado revelar que los seres humanos por medio de las visiones oníricas podemos llegar a conocer mucho más de lo que pensamos, con respecto a nuestra personalidad, individualidad y patrones de conducta.
El subconsciente archiva en la memoria todas nuestras vivencias diarias, sucesos, recuerdos, penas, experiencias y emociones. Cuando soñamos tenemos acceso directo a toda esa información almacenada y a los ilimitados recursos de la mente inconsciente. Es así como los sueños se transforman en una especie de agentes orientadores, capaces de indicar los motivos principales de nuestros miedos, angustias, enfermedades y decepciones, que a veces no podemos explicarnos durante la vigilia. A través de los sueños podemos adquirir mayor conocimiento sobre nuestro “yo interno”.
Carl Gustav Jung, comprobó en sus investigaciones que algunos sueños nos pueden ayudar a tomar decisiones importantes y mejorar nuestra conducta en el ámbito social. Muchas veces también nos exhortan a evolucionar como seres pensantes. Los sueños también han servido de gran inspiración a los grandes artistas clásicos. Otorgándole un interés real al mundo de los sueños, éstos se pueden llegar a convertir en nuestra propia fuente de conocimiento e inspiración. Existe en el subconsciente un profundo nivel de conciencia procedente de una realidad espiritual que Freud no reconoció. A este nivel de conciencia Jung lo denominó como “inconsciente colectivo”.
Los seres humanos poseemos la facultad de soñar con símbolos universales o arquetipos. Dichos arquetipos representan imágenes con el mismo significado para todas las culturas.
En el campo onírico, un toro representa la energía y la vitalidad. Las flores corresponden a varios aspectos del amor. Las advocaciones de la Virgen María, representan la compasión y la esperanza. Una casa es el reflejo de nuestro cuerpo físico. Un anciano suele reflejar nuestra sabiduría interior. Esto explica por qué a través de símbolos universales, los mitos de culturas distantes suelen tener grandes semejanzas. Las más acertadas interpretaciones de sueños se logran haciendo un análisis de lo que cada símbolo o arquetipo representan para nosotros mismos. Un arma de fuego posiblemente tendrá un significado muy diferente para un herrero que para un veterano de la guerra.
Todos los sueños sin excepción, contienen mensajes destinados a enfatizar situaciones de nuestra vida que no logramos percibir plenamente durante la vigilia. Al soñar con desastres naturales, el subconsciente encuentra la manera de exponer nuestras tensiones emocionales al máximo, de esa manera podemos indagar en lo que verdaderamente es importante para nuestra propia existencia.