La mayoría conservadora de la Suprema Corte de Justicia creó un mega problema y ahora debe resolverlo.
Su decisión del año pasado de dejar en manos de los estados el futuro de Roe vs Wade fue un desastre en busca de una catástrofe.
Más de 20 estados aprobaron o están por aprobar leyes draconianas contra el aborto. Algunos como Texas, legislaron sentencias de 100 años de cárcel y multas de más de 100,000 dólares.
En Florida, la Cámara de Representantes de mayoría republicana acaba de aprobar prohibir el aborto después de las 6 semanas de embarazo.
Así que cuando un juez nada menos que texano y designado por Donald Trump prohibió la píldora abortiva Mifepristona, nadie debió sorprenderse mucho.
Cuanta prepotencia del juez Matthew Kacsmaryk, que de un plumazo se atribuyó capacidades científicas por encima de los profesionales y expertos de la Administración de Drogas y Alimentos (FDA).
Fue aleccionador que cientos de jóvenes mujeres salieran a las calles a denunciar la arrogancia ideológica y prejuiciosas del juez. Nadie, más que las mujeres mismas, tiene el derecho de decidir sobre su cuerpo.
Excelente la agilidad con la que la administración Biden apeló primero ante la Corte de Apelaciones del Quinto Distrito y después ante la propia Corte Suprema.
Tiene toda la razón el secretario de Salud y Servicios Humanos, el mexicano americano Xavier Becerra cuando dice: “Queremos que las cortes deroguen esta decisión irresponsable… Queremos proteger la mifepristona, la insulina, todas esas medicinas en las que confiamos porque fueron aprobadas por la FDA”.
Es evidente que la profesión médica opina lo mismo: “Esto es completa y absolutamente imposible de aceptar. Un juez no tiene el conocimiento para poder evaluar todo lo que los científicos han evaluado para decidir cuál es la mejor droga o el mejor tratamiento”, me dice el doctor Pablo Rodríguez con una claridad irreprochable.
Afortunadamente, la reacción inicial del máximo tribunal fue acertada. El juez conservador Samuel Alito restableció la disponibilidad plena de la Mifepristona, pendiente de un fallo de él mismo o de la corte en su conjunto.
La Suprema Corte de Justicia tiene la responsabilidad moral de corregir su entuerto sobre el aborto.
Está en juego no sólo el futuro de la mifepristona sino el de la totalidad del proceso científico de aprobación de drogas y alimentos encabezado por la FDA
Si un juez, por los motivos que sean, puede pisotear impunemente las decisiones de una agencia federal, todos los medicamentos del país están en riesgo. Y eso no puede permitirse.