El Poder de la Educación Vial para Ciclistas Transforma Vidas y Comunidades

En medio de un auge del ciclismo durante la pandemia, las organizaciones de educación vial para ciclistas están trabajando para asegurar que el acceso sea equitativo e inclusivo.
Muchos grupos de ciclistas tienen el propósito de hacer el ciclismo más accesible para las comunidades de color. Photo Credit: SF Bicycle Coalition

Marianne Dhenin
Yes! Media.

Muchos americanos aprendieron a andar en bicicleta cuando niños. Yo todavía recuerdo cuando recorría un callejón sin salida en mi vecindad, gritando de alegría y disfrutando de mi libertad recién descubierta después de que me quitaran las ruedas de apoyo. Pero aquellos que no tuvieron la oportunidad de aprender a andar en bicicleta durante su infancia, muchas veces enfrentan una incertidumbre o ansiedad al pensar en aprenderlo como adultos. Los programas de educación vial para ciclistas ayudan a los que quieren ser ciclistas a superar este miedo mientras que también abordan los problemas en sus comunidades – desde la contaminación, hasta la injusticia racial.

La popularidad de las bicicletas ha aumentado mucho durante la pandemia: Las ventas de bicicletas se dispararon en los Estados Unidos en marzo del 2020 cuando la gente intentó evitar medios de transporte público saturados. Organizaciones en todo el mundo están usando la educación vial para ciclistas para capacitar a los ciclistas nuevos y promover comunidades más sustentables, equitativas e inclusivas.

Construyendo Puentes

En el 2015, Alemania inventó un nuevo término, Willkommenskultur, para describir la cultura acogedora que se desenrolló para recibir a los refugiados, muchos de los cuales huían de la guerra en Siria. Esta cultura llevó a una explosión de nuevas organizaciones de voluntarios dispuestas a atender a las necesidades de los recién llegados. Son pocos los grupos que tuvieron un impacto tan duradero (o tan divertido) como los #BIKEYGEES en Berlín. Según Annette Kruger, su fundadora, la organización enseña a “mujeres de todo el mundo” cómo andar en bicicleta.

Para los que migraron a Alemania, donde alrededor de 9 de cada 10 residentes tiene una bicicleta, aprender a andar en bicicleta significa convertirse en parte de la comunidad. En la bicicleta, las mujeres “pueden descubrir zonas en su vecindad” y sentir “una mejora de su independencia, movilidad, y seguridad”, dice Greta Aigner, una instructora de #BIKEYGEES.

A #BIKEYGEES se les otorgó el Premio de Ciclismo Alemán en el 2018 por sus servicios a la comunidad, su enfoque en el apoderamiento femenino, y su promoción de un medio de transporte sustentable. Kruger y su equipo ahora ofrecen clases regulares de ciclismo en 15 lugares diferentes de Berlín y la ciudad vecina de Brandemburgo. Ella caracteriza el curso como “dos horas de felicidad.”

“No te tienes que registrar,” dice ella. “Puedes simplemente aparecer. Solo preguntamos: ¿Quieres aprender a andar en bicicleta? O ¿Quieres aprender cómo enseñar a andar en bicicleta? Todos estamos aprendiendo algo”. El consejo de Kruger para cualquiera que desee hacer un impacto es empezar ahora mismo. “Es tan fácil cambiar el mundo, pero lo tenemos que hacer”, dice ella, “y la bicicleta es el vehículo perfecto para eso”.

Construir una Ciudad más Habitable

Igual que #BIKEGEES en Berlín, muchos programas de educación vial para ciclistas en los EE.UU. trabajan con inmigrantes que no aprendieron a andar en bicicleta como niños. Lana Zitser, una inmigrante rusa, que pasó la mayor parte de su vida en EE.UU., dice que solo se comprometió a aprenderlo en sus 30s para poner un buen ejemplo para su hijo de 11 años que también estaba aprendiendo. Dice que mientras que su hermano mayor aprendió a andar en bicicleta cuando eran niños, su mamá era “extremadamente sobreprotectora” con ella. Mis amigas, que también crecieron en Rusia, tampoco saben andar en bicicleta”, dice ella.

Zitser se inscribió a las clases con una organización que se llama Sustainable Streets, basada en el Condado de Los Ángeles. “Estoy agradecida por la experiencia”, dice ella. “Ahora ando por la vecindad con mi familia”.

Ron Durgin, cofundador y director ejecutivo de Sustainable Streets, dice que le encanta capacitar a ciclistas nuevos como Zitser. Cofundó la organización en el 2009 con la convicción de que convertir a más Angelinos en ciclistas significaría convertir el medio ambiente urbano de Los Ángeles en “una comunidad más habitable”.

“Existe esta mentalidad acerca de Los Ángeles”, dice Durgin. “La gente viene a Los Ángeles, y piensa que tiene que comprar un coche”. Con millones de coches en sus calles, la gente que vive en el Condado de Los Ángeles está expuesta a 60% más contaminación vehicular que el californiano promedio, y a 250%  más que los residentes del Área de la Bahía de San Francisco.

La planificación urbana auto céntrica del Condado de Los Ángeles también significa que sus calles son menos peatonales y que sus residentes tienen poco acceso a parques u otros espacios públicos. En todo el Condado de Los Ángeles, hay un promedio de 3 acres de parques por 1.000 residentes, que representa un magro tercio del promedio nacional.

 “No importa si es la calidad del aire, la calidad del agua, el uso de la tierra, [o] la manera en la que distribuimos el espacio público”, los ciclistas pueden tener un gran impacto en la vida urbana. Las investigaciones demuestran que las ciudades con una buena infraestructura para ciclistas y más ciclistas tienen un PIB per cápita más alto, menos tráfico y contaminación, y ciudadanos más felices.

Más de una década después de su fundación, los programas de educación para adultos de Sustainable Streets han ayudado a cientos de personas a aprender a andar en bicicleta, a entender las reglas de la calle, a recorrer sus ciudades, y a realizar el mantenimiento básico de la bicicleta. La organización también ha sido muy exitosa en influenciar la infraestructura ciclista. Sustainable Street y sus aliados han presionado a la ciudad de Santa Mónica a mejorar el estacionamiento para bicis e incluso establecer un recinto destinado para bicicletas cerca de su sede.  En el recinto para bicicletas, los ciclistas pueden practicar manejar y aprender las reglas de la calle en un entorno seguro.

 “Aprender a andar en bici siempre ha sido una de mis metas,” dice Julie Maharaj, quién atendió una clase para adultos de aprender a manejar una bici en el recinto para bicicletas el año pasado. [La clase] definitivamente me ha dado más confianza y una sensación de logro”, dice ella.

Durgin dice que su mejor consejo para otros grupos que buscan empezar un programa de educación vial para ciclistas es apoyarse en aliados comunitarios. Si no puedes encontrar socios, hazlos. Sustainable Streets se ha ganado el favor de agentes de policía, administradores de la ciudad, y locales escépticos invitándolos a los recorridos sociales. “Solo intentamos atraparlos”, dice Durgin. “Simplemente hay una felicidad y una sensación de libertad cuando estás en una bicileta y sales afuera y socializas con otras personas.”

Crear una Igualdad de Oportunidades

A diferencia de Los Ángeles, la Ciudad de Nueva York es conocida por tener su parte justa de ciclistas. Según el Departamento de Transportación de Nueva York, casi 900.000 neoyorquinos andan en bici con regularidad, y más de 50.000 dependen de sus bicicletas para trasladarse. Pero investigaciones demuestran que la mayoría de la gente que decide desplazarse en bicicleta es rica y blanca. Se sienten atraídos a andar en bicicleta por motivos medioambientales y de salud.

Pero para las comunidades de bajos recursos o las comunidades de color, especialmente para la gente con discapacidades o limitaciones de salud, andar en bicicleta no siempre es tan factible o deseable. Los miembros de estas comunidades muchas veces tienen que vivir más lejos del centro de la ciudad y recorrer distancias más largas al trabajo, muchas veces en calles que carecen de una infraestructura para el ciclismo seguro.

“Si hablas de accesibilidad… no solo se trata de facilitar una bicicleta a alguien”, dice Hilena Tibebe, miembro del comité de Bike New York y fundadora de Ride to DC, que trabaja para crear consciencia sobre la disparidad racial dentro de la comunidad ciclista e incrementar el acceso y la inclusión para ciclistas que son negros, indígenas o gente de color. “También se trata de “proporcionar un casco a alguien, crear una ruta que es accesible para todo esto, ser capaz de montar una bicicleta, [y] tener las calles en las que puedes andar”, dice ella.

Los residentes de bajos ingresos y gente de color representaban una gran parte del auge de ciclistas en los 2000s, pero muchas veces están olvidados por las inversiones en la infraestructura para ciclistas que hacen las calles más seguras y más accesibles.  En cambio, las ciudades se enfocan en las necesidades de los ciclistas ricos y blancos.

Para Bike New York, cuyo objetivo es “transformar las vidas de los neoyorquinos a través del ciclismo”, estas desigualdades son inaceptables. Poniendo las clases de educación para adultos y extraescolares, campamentos de verano para niños, y bibliotecas de bicicletas (un programa innovador que permite a los niños prestar bicicletas en parques públicos para el uso recreacional)  en comunidades desatendidas, la organización está intentando “crear una igualdad de oportunidades”, dice Ken Podziba, director general de la organización. “No hay suficiente gente de color montada en una bici, y estamos intentando ayudar”.

Bike New York ahora ofrece clases de educación vial para ciclistas a 30.000 neoyorquinos al año en cada uno de los cinco distritos y tiene una red de más de 3.000 voluntarios.

Podziba dice que el beneficio más grande de Bike New York ha sido la colaboración con la ciudad y la colocación de sus programas de educación en parques locales, lo que proporciona un espacio seguro a ciclistas para aprender y practicar y a Bike New York para guardar sus bicicletas y cascos. En el futuro, dice Podziba, espera que otros imiten este modelo y que haya una mejor comunicación entre las organizaciones de ciclismo “para que todos podamos aprender juntos, trabajar juntos y apoyarnos y animarnos mutuamente.”

Marianne Dhenin escribió este articulo para YES! Magazine. Marianne Dhenin es una escritora e investigadora basada en el Cairo. Tiene una maestría en Derechos Humanos y Justicia y está obteniendo un doctorado en la Historia de Oriente Medio. Escribe sobre la justicia social, política, y el Medio Oriente. Síguele en Twitter @mariannedhe.

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