Con una votación bipartidista, Donald Trump se convirtió esta semana en el único presidente en la historia de los Estados Unidos de ser objeto de un juicio de destitución política en dos ocasiones, luego de un voto en la cámara de representantes donde fue acusado de incitar a la insurrección.
Independientemente del resultado final, toda vez que aún pende su juicio en el Senado de los Estados Unidos, la decisión de la cámara de representantes envía un mensaje muy claro: nadie está por encima de la ley y todo aquel que busque violentar el orden democrático, pagará las consecuencias.
Es revelador que un creciente número de legisladores y senadores conservadores están convencidos de que Donald Trump es un elemento nocivo dentro del partido republicano, algunos de los cuales coinciden que el magnate inmobiliario debería quedar inhabilitado para buscar otro puesto de elección popular de manera vitalicia.
Trascendió que el propio líder de los republicanos en la Cámara Alta, el senador por Kentucky, Mitch McConnell está a favor de la procedencia del juicio de destitución, como el mecanismo más expedito para lograr marginar a Trump del partido republicano.
Pero la realidad es que Trump sigue gozando de considerable apoyo de los republicanos. Al menos 197 representantes de ese partido votaron en contra del juicio de destitución, lo cual ilustra el nivel de influencia que Trump tiene todavía sobre el aparato republicano y el peso que puede tener en la política de Estados Unidos en los próximos años.
Por lo pronto nadie podrá arrebatarle a Trump el dudoso honor de ser el primer presidente enjuiciado en doble ocasión, primero por haber invitado la injerencia de un gobierno extranjero, Ucrania, en las elecciones presidenciales del 2020, y ahora, por incitar a una insurrección a partir de la mentirosa acusación de que el presidente electo Joel Biden fue electo el 3 de noviembre gracias a un masivo fraude electoral.
Además de la ilegal incursión de sus seguidores al congreso el 6 de enero, existen evidencias crecientes de qué el lamentable episodio de la profanación del congreso fue parte de un plan más amplio por parte de grupos extremistas para ignorar la voluntad popular.
Pocos imaginábamos que la capital de los Estados Unidos, a sólo unos días del cambio de poderes, sería un escenario de militarización para evitar que los simpatizantes del presidente cometan tropelías similares a las del ‘miércoles negro’ del 6 de enero.
Si bien es posible que la decisión de los demócratas para perseguir un segundo juicio político de destitución contra Trump tenga su propia dosis de motivación política, lo cierto es que hubiera sido condenable dejar pasar desapercibida la acción de un presidente en funciones de incitar a la insurrección con base en una mentira.
Para más información visita www.laredhispana.com.