Jenny Manrique
Ethnic Media Services
En Calexico, una ciudad del Valle Imperial al sur de California no hay museos grandes ni establecimientos de arte y apenas un centro comunitario sirve de espacio para alojar todo tipo de eventos. Algunos pequeños grupos de teatro pululan en la escena artística pero estas expresiones quedaron aún más en segundo plano luego de que la pandemia de la COVID-19 golpeara con vigor a casi un cuarto de su población, que dio positivo al virus en el mayor pico de contagio.
Ese impacto sin embargo, no podía quedar fuera de la escena cultural: apoyado por la novel coalición Justicia y Equidad, el pintor y muralista Roberto Pozos se reunió vía Zoom con 20 artistas locales, quienes se ingeniaron un espectáculo de arte virtual que está convocando a talentos voluntarios para expresar los ecos de la pandemia.
“En esa llamada nos preguntamos cómo brindar esperanza a la comunidad en medio de esta tragedia”, dijo Pozos durante una conferencia organizada por Ethnic Media Services. “La pandemia nos ha cambiado la mentalidad, no has hecho ver las cosas en términos de innovación y creatividad… así que ésta será una exhibición permanente de arte reaccionario”, agregó el artista.
La galería virtual recibe trabajos desde posters hasta poesía que ejemplifiquen la resiliencia de la comunidad y puedan “levantar el espíritu” en medio del coronavirus. Que hablen de los traumas personales y que le demuestren a la gente que los artistas no los han olvidado. Incluso aquellos con buenas ideas pero sin presupuesto pueden recibir una suma modesta para comprar materiales. El colectivo quiere abrir el evento con una noche de poesía el 24 de septiembre y exponer sus trabajos digitalmente desde el 28 de septiembre hasta el 2 de octubre.
“Eventualmente queremos hacer un espectáculo al aire libre en un lugar donde la gente pueda caminar o manejar y disfrutar el arte de una manera segura”, compartió Pozos.
La iniciativa, que no recibe fondos del condado, es una respuesta orgánica a un problema que atraviesa al sector de las artes en todo California y Estados Unidos: varias compañías de teatro han cerrado, y lugares de espectáculos en vivo, museos y eventos literarios han cancelado cientos de eventos, conscientes de la imposibilidad de mantener el distanciamiento social en espacios cerrados.
A la fecha el sector de las artes ha perdido más de $12 mil millones en ingresos, y alrededor del 94% de los artistas e intérpretes ha visto caer sus ganancias en picada, según cálculos de la organización no gubernamental American for the Arts.
El condado de Los Ángeles, que cuenta con 228 museos, 330 teatros independientes, 409 lugares de música en vivo, y 279 galerías de arte entre otros muchos espacios que reflejan su boyante actividad cultural, ha perdido más de $20 millones en ingresos en los últimos seis meses, aseguró Kristin Sakoda, directora del departamento de Arte y Cultura del condado de Los Ángeles.
“Cinco millones de trabajadores creativos en esta industria se quedaron sin trabajo, y (con base en encuestas) el 78% está preocupado porque haya una disminución en las donaciones filantrópicas y el 50% está preocupado de que sus organizaciones sobrevivan después de la COVID-19”, añadió Sakoda.
Antes de la pandemia el sector de las artes ya estaba descapitalizado, más aún aquellas organizaciones que sirven a comunidades étnicas o históricamente marginalizadas, que no reciben dólares de los grandes donantes. Ahora la conversión al mundo digital requiere hacer trabajos sin pago y es difícil reemplazar las artes en vivo como la danza o el teatro por experiencias en línea.
“Tal vez la ópera o el festival de cine de LA ya han invertido en material de marketing o tienen muchos activos digitales, que pueden volver a emitir para monetizar o mantener la audiencia… pero es difícil monetizar el espacio digital, es posible que (pequeñas compañías) no tengan acceso a equipos o personal”, explicó Sakoda.
Alivio financiero insuficiente
Gracias al paquete de alivio del coronavirus (CARES Act), el condado de Los Ángeles recibió $10 millones que está tratando de distribuir entre las más de 400 organizaciones que sirven a públicos étnicos. Dispuso un centro de recursos digitales del arte y la cultura, y mantuvo el programa de pasantías pagadas para estudiantes de los colegios comunitarios.
Pero teatros pequeños y medianos devastados por los cierres, como The Los Angeles Theater Center operado por la compañía de teatro latino, pudieron acceder apenas a $22,000 de esos fondos para el siguiente año. Su director artístico Jose Luis Valenzuela, contó que sus gastos para mantener los salarios de 14 personas sobrepasan los $10,000 mensuales.
“Ni siquiera pensamos en estar capitalizados, sobrevivimos día a día y mes a mes” aseguró Valenzuela. “Y eso que llevamos 25 años en el negocio, somos una de las compañías más consolidadas con mayor presupuesto pero tuvimos que cancelar todo. Ahora estamos experimentando con programación digital, pero eso no da dinero… mi preocupación es que muchas de las pequeñas compañías de teatro no sobrevivirán a esta crisis”, comentó Valenzuela quien preparaba una obra sobre inmigración con actores de colegios comunitarios cuando la pandemia llegó.
En Los Ángeles, una ciudad predominantemente hispana (52%), sólo hay cuatro compañías de teatro latino. Las audiencias encuentran en estos espacios no solo la posibilidad de pagar entradas accesibles al bolsillo sino un espacio de identidad donde pueden compartir preocupaciones y sueños y entablar una relación cultural con el mundo.
“El problema es que los políticos no apoyan las artes porque por 40 años no se enseñó artes en las escuelas” apuntó Valenzuela. “No tienen ningún interés y ahora desde sus puestos de poder es difícil que apoyen el arte en nuestras comunidades”.
Kristina Wong, una comediante que precisamente emite un espectáculo político desde la sala de su casa llamado “Kristina Wong para un cargo público”, ha podido mantener su trabajo gracias a previos contratos que tenía con universidades en el país.
Ella estaba de tour por Sacramento cuando 30 minutos antes de presentar su comedia en un colegio comunitario, los estudiantes recibieron un mensaje de texto diciendo que las clases se mudaban al formato en línea el siguiente día.
“Ahora hago los mítines desde mi casa”, compartió Wong. “Es una suerte que el espectáculo es sobre elecciones y que pase tres años en una campaña política como parte de la investigación para el espectáculo, muy oportuno”. Wong vive en el Koreatown de Los Ángeles, y fue elegida para servir en su consejo vecinal.
Ella recibió un préstamo no reembolsable como parte del programa para pequeños empresarios, lo que le ha permitido mantenerse a flote durante la pandemia. Haciendo uso de Facebook, decidió organizar una red de tejedoras de máscaras y ya ha logrado repartir más de 70,000 entre trabajadores esenciales, campesinos afectados por los fuegos en California, presos y hasta miembros de la Nación Navajo.
“El racismo estructural ha hecho que algunas comunidades no puedan ni siquiera acceder a máscaras baratas, así que si bien al principio las tejíamos para hospitales y grandes ciudades, eso tuvo que cambiar”, dijo Wong, “Como artistas hemos pivotado nuestras energías para acomodarnos a estos tiempos”.
Para Sakoda del condado de Los Ángeles, es necesario un nuevo contrato social que reconozca que el trabajo creativo es esencial para las comunidades étnicas. “Los estudios demuestran que tener recursos culturales da mejores resultados en educación, salud y seguridad pública. Es parte de nuestro bienestar”, concluyó.