La celebración del Día de Independencia conmemora la histórica fecha en el que el Segundo Congreso Continental adoptó la declaración de independencia de 1776.
Para millones de personas que viven en los Estados Unidos, la conmemoración del 4 de julio es una fiesta patriótica festejada con desfiles, carnavales, días de campo y fuegos artificiales. Pero para muchos inmigrantes, la fecha tiene una connotación única, pues tradicionalmente se celebran miles de ceremonia de naturalización por todo el país.
En 2019 por ejemplo, la Oficina de Ciudadanía y Servicios Migratorios (USCIS) dio la bienvenida a 7, 500 nuevos ciudadanos en más de un centenar de ceremonias de naturalización entre el primero y el 5 de julio. Pero el panorama de este año luce muy diferente.
La Alianza Nacional para Nuevos Ciudadanos (NPNA) se ha quejado que los cierres provocados por la pandemia del COVID-19 ha generado un rezago de ceremonia de naturalización. Antes de los cierres, el rezago era de alrededor de 126,000 solicitantes quienes sólo requerían el juramento final antes de hacerse ciudadanos.
Su estimación es que 60,000 casos de naturalización se suman cada mes. De no resolverse la situación, alrededor de 300,000 personas no podrán hacerse ciudadanos a tiempo para votar en las elecciones presidenciales del 3 de noviembre.
Diego Iñíguez-López, director de política y campañas del NPNA, se quejó en un reciente evento que el USCIS se ha resistido a realizar ceremonias de naturalización de manera remota a pesar de que tiene la autoridad para hacerlo
Para cumplir con las recomendaciones de distanciamiento social, el USCIS realizó ceremonias estilo autoservicio en algunos estados, pero podría tener que suspenderlas. Notificó al Congreso que tiene un hueco de 1,200 millones de dólares, lo que podría obligarla a poner en suspenso a tres cuartas partes de su fuerza laboral.
La NPNA estima que ya existía un rezago total de 645,000 proceso de naturalización antes de los cierres por el COVID-19, un problema que podría agravarse debido a los retrasos en la culminación de los procesos de ciudadanía.
Los ciudadanos naturalizados votan en mayor proporción que los ciudadanos nacidos en Estados Unidos y los primeros tienden a favorecer al partido Demócrata. Así que una lectura política arroja una posible conclusión: La administración del presidente Donald Trump no tiene un incentivo para acelerar los procesos de naturalización.
La NPNA estima que habrá 5.3 millones de nuevos ciudadanos elegibles para votar en las elecciones del 3 de noviembre comparado con los existentes en 2016, por lo que podrían constituirse en sí mismos en un bloque de votación con la capacidad de alterar no sólo elecciones locales o estatales sino la propia presidencia de Estados Unidos.
En Florida, por ejemplo, la diferencia de votos que le dio el triunfo de Trump en 2016 fue de 112,911. Desde las elecciones presidenciales pasadas, más de 415,000 inmigrantes se han hecho ciudadanos en ese estado clave. Una historia similar ocurre en Nueva Hampshire, Pensilvania, Nevada, Arizona, Minnesota y Wisconsin.
Las organizaciones hispanas de promoción del voto y del registro de votantes coinciden que todas las trabas para la naturalización forman parte de un “segundo muro” de Trump, quizás más infranqueable que el muro físico fronterizo. Por ello muchas han redoblado esfuerzos para asegurar la mayor participación electoral latina de la historia el 3 de noviembre.
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