Para nosotros los hispanos pocas cosas son más importantes para el futuro de nuestros hijos que la salud y la educación. Desafortunadamente las estadísticas no mienten y aunque hemos dado grandes zancadas en la inscripción de hispanas e hispanos a la aulas de la educación superior, las cifras actuales son preocupantes.
Aunque ya somos casi el 20% de la población de Estados Unidos, los hispanos somos solamente el 6% de los estudiantes en cursos de doctorado. Incluso en un grupo de universidades que sirven a latinos el porcentaje de hispanos graduados fue apenas del 13.2% durante el ciclo escolar 2019-2020.
En los cursos de maestría nos fue un poco mejor, toda vez que durante el mismo ciclo se graduaron 38,000 estudiantes, alrededor del 21.2% de la población escolar.
Pero en la planta de profesores de universidades la situación es todavía más alarmante. Los profesores hispanos de tiempo completo representaron apenas el 9.3% de la población de profesores durante el curso de otoño del 2020.
Para transformar esa realidad, 20 de las mejores universidades de investigación del país formaron la Alianza de Universidades de Investigación al Servicio de los Hispanos (HSRU). El objetivo para 2030: Duplicar el número de estudiantes de doctorado hispanos matriculados en las universidades de la Alianza, e incrementar en un 20% el profesorado hispano en las universidades de la Alianza.
“El chiste es poder generar una fuente de la cual el talento hispano a nivel doctoral pudiera empezarse a incorporar a otras universidades que no sólo son las que sirven a los hispanos, sino a través de todo el sistema de educación superior de Estados Unidos”, nos dice uno de los miembros de la Alianza, el rector interino de la Universidad de Illinois en Chicago, el doctor Javier Reyes, de origen mexicano.
Una de las causas estructurales que complica la situación de la educación superior para los latinos es el costo. Para llegar al doctorado o profesorado es necesario cursar primero el bachillerato y la maestría, una inversión que está fuera del alcance de muchas familias. Aunque el endeudamiento escolar es una opción, la realidad es que los costos disuaden a muchos talentos de seguir una carrera académica.
Pero el doctor Reyes se siente optimista porque otro de los objetivos de la alianza es crear conocimiento en las comunidades latinas hispanas de los programas financieros que existen para apoyar la educación superior. “Muchas veces existen recursos que estamos dejando en la mesa”, me comenta.
Y en ocasiones se desconoce que en los cursos de doctorado, normalmente las universidades ofrecen becas, toda vez que los estudiantes no solamente completan sus cursos, sino que hacen investigación y actúan como profesores de las propias instituciones académicas.
Que esta encomiable Alianza académica tenga éxito depende en gran medida de qué las nuevas generaciones de hispanos y latinos reconozcan en la educación superior una perspectiva profesional benéfica para su crecimiento personal, para sus comunidades y para su bolsillo. Estamos convencidos que así será, porque no tenemos otra opción.
Para obtener más información, visita hsru.org