¿CRISIS DE IDENTIDAD?

José López Zamorano | La Red Hispana 
Photo Credit: La Red Hispana

Drama en la colina del Capitolio. El presidente de la república, Joe Biden, acude urgentemente al Congreso a dialogar a puertas cerradas con los miembros de su partido en la Cámara de Representantes y el Senado, para acercar a progresistas y moderados en un intento de último momento para rescatar las dos joyas de su agenda legislativa, el plan de infraestructura física y el paquete de infraestructura humana.

La intervención presidencial no fructifica. Pero el presidente decide colocarse en la esquina de los progresistas al vincular por la cintura el destino de ambas iniciativas. La presidenta de la Cámara Baja pospone el voto y fija un nuevo plazo para el 31 de octubre, una estrategia para buscar un acercamiento entre ambas fracciones a un punto de acuerdo. De momento, las divisiones al interior del Partido Demócrata se profundizan.

En el centro del drama se encuentran dos senadores demócratas “moderados”, el senador de Virginia del Oeste Joe Manchin y la senadora de Arizona, Kyrsten Sinema, pero es casi imposible colocar a ambos en el mismo saco.

El senador Manchin sólo apoya, por el momento, un paquete de infraestructura humana por 1.5 millones de millones concentrado en las prioridades de los más vulnerables. En el caso de la senadora Sinema, quién llegó al Senado precedida de una fama como intensa activista social de izquierda, nadie parece saber, incluida ella misma, cuál es la causa que defiende.

En la Cámara de Representantes existe otro grupo de “moderados”, los llamados Blue Dogs, los mismos que fijaron un plazo arbitrario para votar el paquete de infraestructura física y que ahora se sienten traicionados por la decisión de sus líderes de ligar ambos planes.

El espectáculo político de las divisiones del Partido Demócrata, exhibidas a plena luz pública, han generado la lógica interpretación de que existe una crisis de identidad en el partido en el poder. Cuando una senadora como Sinema vota en contra del aumento a los salarios mínimos a $15 dólares por hora, uno se pregunta qué hace militando en el Partido Demócrata.

Todo lo anterior son malas noticias para los demócratas, para la agenda del presidente Biden y para el país.

A menos que los demócratas logren acercar sus posiciones, puede anticiparse una senda catástrofe electoral en 2022, un estancamiento de la agenda legislativa del presidente y, por lo tanto, un impacto negativo en millones de personas que necesitan con urgencia de una más robusta red de seguridad social en medio de la pandemia.

Pero no todo está perdido, el partido demócrata tiene una tabla de salvación en el mes de octubre: su capacidad para mirarse en el espejo y encontrar su identidad, e incluso salir fortalecido. Como decía el legendario estadista Winston Churchill: “Nunca desaproveches una buena crisis”.

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