Minorías étnicas se quedan atrás en distribución de vacunas COVID-19

Miembros de comunidades étnicas son quienes representan de manera desproporcionada las muertes por coronavirus pero no son quienes están siendo vacunados.
Photo Credit: Keira Burton / Pexels

Jenny Manrique
Ethnic Media Service

Mientras en California el 55% de los muertos por COVID-19 son latinos y en Nueva York los afroamericanos tienen las más altas tasas de hospitalización por el virus, ninguno de estos estados está reportando datos sobre el origen racial de quienes reciben las vacunas.

Según el monitor de vacunas de Kaiser Family Foundation (KFF) apenas 23 estados en el país comparten datos de vacunación por raza y etnia y el patrón constante en esta distribución es que personas negras e hispanas han sido inoculadas a tasas muy bajas si se compara con su proporción de casos y muertes por el virus.

“Esto es algo que necesita ser corregido inmediatamente”, alertó el Dr. Daniel Turner-Lloveras, miembro fundador de la Coalición Latina contra la COVID-19 en una conferencia de prensa organizada por Ethnic Media Services. “Si no podemos medir y cuantificar la disparidad, es muy difícil encontrar una solución (a la pandemia)”.

Según el experto, el primer paso para alcanzar una distribución equitativa es asegurarse de que todos los estados reporten datos raciales sobre quiénes reciben la vacuna.

“Nadie puede garantizar que no venga otra ola (de COVID), y en las tres anteriores fueron los negros y los latinos quienes han estado muriendo. Ellos necesitan estar en la mesa cuando se tomen estas decisiones de reabrir la economía”, dijo Turner-Lloveras.

Estas minorías componen de manera predominante la fuerza laboral esencial de este país que permite que haya comida en los hogares durante la pandemia. Su riesgo es sin duda exponencial si se compara con cualquier otra etnia.

Los datos analizados por KFF muestran que las brechas más grandes entre los estados que reportan cifras por raza, están en Delaware donde solo el 6% de los vacunados son negros aunque representan el 24% de las infecciones. En Louisiana, los afroamericanos han recibido el 13% de vacunas pero han padecido el 34% de infecciones y en Mississippi el 17% ha sido vacunado pero sus tasas de infección alcanzan el 38%.

En el caso de los latinos, Colorado ha vacunado apenas al 6% de ellos cuando sus tasas de infección alcanzan el 37%; en Oregon solo el 6% ha sido vacunado mientras el 35% se ha infectado y en Texas la inoculación alcanza el 16% de hispanos en un estado en el que representan el 43% de los casos. Los datos de KFF muestran las mismas brechas en la vacunación de nativos americanos y asiáticos americanos.

Turner-Lloveras advirtió que estas disparidades resaltan en un momento en que hay escasez de dosis y quienes son elegibles quieren vacunarse. Pero todavía se desconocen las repercusiones en las cifras cuando la inoculación se extienda a aquellos que tienen sospechas y dudas de la vacuna COVID-19.

“Se necesita un proyecto gigantesco digital en el que participen los pacientes… Queremos llevar ayuntamientos virtuales a cada vecindario, para conversar sobre la desconfianza en las farmacéuticas o el gobierno, sin prejuicios, brindando información de una manera culturalmente sensible en los idiomas que habla la comunidad”, dijo el experto para quien esta es la única manera de alcanzar la inmunidad colectiva y el regreso a algún tipo de normalidad.

Disparidades de vieja data

Las disparidades en el acceso a la salud no son nuevas, pero la COVID-19 las ha exacerbado. El sistema de salud no estaba preparado para enfrentar una pandemia en la que minorías étnicas tuvieron que recurrir a centros comunitarios de salud sin fondos, con escasez de camas y de dispositivos médicos para casos agudos.

Es el caso del hospital Martin Luther King de Los Ángeles que se vio obligado a pedir refuerzos para trasladar a otras clínicas a sus pacientes de COVID más críticos, aquellos con necesidad urgente de oxigenación. La negativa de otros centros hospitalarios a recibirlos por la falta de seguro y la frustración de doctores, pacientes y familias, fueron objeto de un artículo en el New York Times.

“El personal de MLK trabaja 24 horas en las trincheras luchando contra la COVID y cuando piden ayuda les dicen que no repetidamente”, dijo el Dr. David M. Carlisle, presidente y director ejecutivo de la Universidad de Medicina y Ciencia Charles R. Drew.

“Esta es la cara oculta de la asistencia sanitaria. Estas son las disparidades y la razón por la que la gente está tan preocupada por la atención médica… es poco ético e inhumano”.

Carlisle trabajó por 11 años en la oficina de Planificación y Desarrollo de la Salud Estatal de California (OSHPD) y fue parte del equipo de respuesta contra el SARS en el año 2000. Dice que le preocupa la forma como se están distribuyendo las vacunas porque algunas farmacias comerciales ubicadas en “áreas que no reflejan la diversidad étnica” de California han comenzado a recibirlas. Es el caso de Huntington Beach, Irvin y Newport Beach.

Esto sucede mientras grandes centros de vacunación como el Dodger Stadium se quedaron sin dosis y tuvieron que cerrar. “El hecho de que solo podamos aumentar el número de vacunaciones de forma lineal es muy preocupante”, dijo Carlisle. “Es una falla de nuestra política de salud pública”.

Para Virginia Hedrick, directora ejecutiva del Consorcio de California para la salud indígena urbana y miembro de la tribu Yurok, estas disparidades son muestra de que “no estamos todos juntos en esto, no lo estamos experimentando de la misma manera”.

Las cifras reiteran su postura: los indios americanos y nativos de Alaska han contraído COVID a tasas tres veces y media más altas que sus contrapartes blancos no hispanos. En una misma semana han sido hospitalizados entre 4 y 5 veces más que los blancos no hispanos. Y la tasa de muertes es 1,8 veces mayor.

Hedrick sostuvo que para los nativo americanos la pandemia ha sido un “reflejo del trauma histórico” al que han sido sometidos con el “robo de tierras, niños, idioma, y cultura”, que ha resultado en una comunidad que padece las tasas más altas de diabetes, enfermedad cardíaca, presión arterial alta, abuso de sustancias y hasta suicidio entre sus miembros más jóvenes.

Si bien los servicios de salud para nativos tienen una reserva separada de vacunas, tanto para indios urbanos como para quienes viven en las reservas, las 20,000 dosis disponibles en California no alcanzan para todos los miembros de la comunidad.

Gracias a la soberanía tribal, los programas de salud han priorizado a poblaciones vulnerables con condiciones preexistentes sin importar el rango de edad. Si hay miembros jóvenes de la familia llevando a los más viejos a vacunarse, ellos pueden recibir la vacuna al ser reconocidos como cuidadores. Pero si alguien se enferma no hay hospitales indios financiados por el sistema de salud en California: los miembros tribales dependen de un sistema público o privado y de una aseguranza.

“Vemos morir a los líderes tribales, vemos morir a nuestros ancianos y en territorio indígena cuando perdemos a un anciano, se pierde un conocimiento y un lenguaje que nunca podrán recuperarse”, agregó Hedrick.

Recursos para las CBOs

Las barreras del lenguaje son también una preocupación entre las comunidades indígenas de México que componen buena parte de los trabajadores del campo, y en las asiático americanas que hablan hasta 50 diferentes idiomas.

De acuerdo a Adam Carbullido, director de política y defensa de la Asociación de Organizaciones Comunitarias de la Salud de Asia Pacífico (AAPCHO en inglés), el Congreso debe aprobar mayores recursos para las organizaciones comunitarias de base (CBO en inglés) que han estado “en primera línea brindando atención y servicios cuando las instituciones gubernamentales y privadas se han quedado cortas”.

“Estas clínicas necesitan más intérpretes y materiales traducidos en diferentes lenguas”, observó. “Es importante tener intérpretes disponibles que puedan hablar el idioma de la elección (del paciente), no solo en una crisis pública,” dijo.

El grupo de trabajo de equidad en salud de la administración de Joe Biden ha prometido la inversión de $7,6 mil millones para servicios de salud comunitarios.

Carbullido también recordó que los asiáticos americanos tienen el mayor riesgo de hospitalización entre cualquier grupo étnico y han estado sometidos a un aumento de incidentes de odio y xenofobia, “debido a la asociación falsa de la pandemia con los asiáticos y otros a quienes perciben como extranjeros”.

“Los pacientes dicen tener miedo de buscar atención médica… es un verdadero trauma emocional en las comunidades asiático-americanas y las consecuencias para la salud mental serán de larga data,” concluyó.

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