Roddy Scheer y Doug Moss
EarthTalk
El presidente Joe Biden tiene planes ambiciosos para recuperar el tiempo perdido con la remediación climática y el fomento del sector de la energía limpia, incluida la reincorporación al Acuerdo Climático de París del que Trump retiró a los EE. UU. En 2017. Biden también buscará limpiar a corto plazo algunos líos ambientales que dejó la Casa Blanca de Trump en sus últimos días.
Uno de los movimientos anti-ambientalistas de última hora más atroces de Trump es el “Fortalecimiento de la transparencia de la Agencia de Protección Ambiental (EPA) en la ciencia fundamental que subyace a acciones regulatorias significativas y una regla de información científica influyente”, un trabalenguas sin duda, y que quizás suena inocente, estipula que los datos científicos publicados deben tener preferencia sobre los estudios que mantienen la confidencialidad de sus datos.
Pero, según The Washington Post, muchos investigadores y organizaciones académicas dicen que los criterios “En realidad restringirán a la EPA de utilizar algunas de las investigaciones más importantes en seres humanos, que a menudo incluyen registros médicos confidenciales y otros datos patentados que no pueden ser divulgados por cuestiones de privacidad”. Chris Zarba, ex director del Consejo Asesor Científico de la EPA, dice en el mismo artículo del Post: “Suena bien en la superficie. Pero no es más que un intento audaz de sacar a la ciencia del camino para que los intereses especiales puedan hacer lo que quieran”.
Otro cambio impulsado por Trump en el último minuto es una reducción significativa en los requisitos ambientales y de seguridad para la exploración de petróleo en el Ártico. Las tribus nativas están especialmente indignadas por este movimiento y han recurrido a las redes sociales para ganar apoyo en contra de éste. Dado el gran volumen de oposición pública, es probable que pasen muchas semanas antes de que se puedan finalizar las subastas de estos arrendamientos de derechos de perforación, lo que le da a la administración de Biden, la oportunidad de tomar medidas antes de que ocurra un desastre.
De manera similar, Trump también acaba de proponer eliminar las protecciones de millones de acres del desierto de California para abrirle paso a proyectos mineros, que destruirían ecosistemas nativos y tierras de conservación. La senadora demócrata de California Dianne Feinstein ya se ha comprometido a “trabajar con la nueva administración para bloquear inmediatamente este cambio de reglas” que pone en peligro un plan bipartidista de conservación del desierto que lleva años elaborándose y que equilibra cuidadosamente el uso recreativo, la producción de energía y la preservación.
En el lado positivo, el presidente Biden ya ha emitido órdenes ejecutivas para que Estados Unidos se reincorpore al Acuerdo Climático de París, ordene a las agencias federales que consideren revisar los estándares de emisiones y economía de combustible de los vehículos, y cancele los permisos para la construcción del oleoducto Keystone XL. Después de limpiar el desastre de Trump, que podría llevar desde semanas hasta años, Biden también apunta a implementar su propio paquete climático ómnibus similar al propuesto Green New Deal. El plan de Biden exige aumentar el uso de vehículos eléctricos, expandir los mercados de energía eólica y solar, crear millones de nuevos puestos de trabajo en energía sostenible y allanar el camino hacia una energía 100% limpia para 2050.
CONTACTOS: Plan Biden para una revolución de energía limpia y justicia ambiental, joebiden.com/climate-plan.
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