Mario Jiménez Castillo
El Observador
Este tema ha sido motivo de controversia, análisis e investigación a lo largo de la existencia humana. Según los más entendidos en el tema, todos los seres humanos transmigramos por una serie de reencarnaciones, a través de las cuales vamos purificando el alma hasta llegar a ser aptos de alcanzar el Nirvana y vivir en plenitud en una alta dimensión espiritual.
En murales y vestigios de antiguas civilizaciones como Asiria y Egipto, se han encontrado muestras de lo que significaba la muerte. Ese era el puente para trascender en el tiempo y nacer de nuevo en otro espacio. En Corea del sur siempre se ha tenido un culto especial a la vida después de la muerte, tanto así que en la bandera nacional está plasmado el símbolo de la reencarnación.
Desde siempre se ha tenido la creencia de la vida después de la muerte debido a los contactos que han tenido algunos mediums con espíritus.
El profeta durmiente como se le conoce a Edgar Cayce, profetizó su propia reencarnación, afirmando que volvería a la vida en los tiempos del juicio final que describe la Biblia en el Apocalipsis.
La reencarnación y el espiritismo no son temas aceptados por las religiones predominantes incluyendo al cristianismo. No obstante, existen culturas ancestrales que han basado su fe religiosa en la creencia que los espíritus pueden encarnar otro cuerpo después de la muerte.
Quizá el ejemplo más palpable acerca de la reencarnación lo encontramos en las creencias de la antigua religión budista tibetana del Dalai Lama. En el Tibet antiguo existió una deidad conocida con el nombre de Avalokitesvara Bodishatva, quien al morir no quiso migrar al terreno espiritual, prefiriendo ayudar a otras almas para que alcanzaran la purificación.
El líder budista de los lamas, el Dalai Lama, es la reencarnación del espíritu de Avalokitesvara. Esto se comprueba cuando se le encuentra siendo niño, pues debe reconocer todos los objetos de su antecesor y recordar todas las vivencias de sus reencarnaciones.
El decimocuarto Dalai Lama nació en 1935 en el campo tibetano y fue encontrado en su infancia por unos peregrinos budistas. Al comprobar su autenticidad como espíritu encarnado, fue llevado a su palacio, el cual abandonó más tarde por motivos políticos, debido a la invasión de China comunista en su país, exiliándose en la India desde 1959. Actualmente el Dalai Lama dicta conferencias internacionales y se reúne con sus creyentes y seguidores en todo el mundo.
