Por José López Zamorano
La Red Hispana
La capital de Estados Unidos experimenta esta semana una tormenta perfecta. Pero no de naturaleza climatológica sino política, con motivo del debate legislativo de las propuestas de ley de los Republicanos y apoyada por el presidente Donald Trump para reemplazar la Ley de Salud Asequible, conocida como Obamacare.
Un análisis de la apartidista Oficina Legislativa del Presupuesto (CBO) muestra que de ser aprobadas por el Congreso, unas 14 millones de personas, entre ellas presumiblemente muchos latinos, podrían no tener cobertura médica en 2018, una cifra que crecería dramáticamente a 24 millones de personas en 10 años, en comparación con aquellos asegurados bajo Obamacare.
Aunque la legislación tendría como beneficio la reducción del déficit federal en 337,000 millones de dólares en una década, el costo de las pólizas de seguro aumentaría del 15 al 20 por ciento en los primeros años y solo tendría una rebaja después de 10 años.
Peor aún, el incremento del costo de las primas seria desigual: los jóvenes, que típicamente son más sanos, pagarían menos por su cobertura de salud, que las personas mayores, a pesar de que éstas tienden a padecer más enfermedades y han dejado de tener ingresos más allá de su posible pensión.
La reacción de la Casa Blanca ha sido desestimar las cifras negativas dentro del reporte de CBO y aplaudir las positivas. En opinión del secretario de salud, Tom Price, el reporte de la agencia legislativa ignora el impacto positivo que tendrán otros programas paralelos que serán impulsados por la administración Trump.
En contraste, para los líderes Demócratas, las conclusiones del reporte son una confirmación de las críticas en el sentido de que las propuestas Republicanas buscan beneficiar a los estadounidenses más ricos, en detrimento de las personas mayores o más pobres.
En todo caso, las proyecciones de la CBO tendrán el efecto de acrecentar la polémica política en torno a las propuestas republicanas, toda vez que aún antes de las cifras enfrentaban no solo el rechazo de los Demócratas sino también del sector más conservador de los propios Republicanos.
Independientemente de la polarización existente entre ambos partidos y dentro de los mismos, está claro que las propuestas republicanas contradicen la promesa presidencial de campaña de ofrecer cobertura universal a más bajo costo.
Para los hispanos, millones de los cuales tuvieron cobertura de salud por primera vez gracias a la Ley de Salud Asequible, el debate sanitario no sólo es clave para nuestras familias sino un recordatorio vivo de que las elecciones no sólo son un ejercicio simbólico de participación cívica, sino que tienen consecuencias reales para el bienestar de nuestras familias.
Es menester por ello mantenernos no únicamente informados sobre el debate, sino activamente participativos. Aquellos que son ciudadanos tienen la prerrogativa de comunicar a su legislador sus puntos de vista. Ahora más que nunca, la hora de ser simples espectadores, quedó atrás.
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