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Supongamos que su bebé comienza a cabecear intensamente varias veces y sin interrupción después de la siesta. Y que luego esos episodios se producen con más frecuencia y duración varias veces al día. Sus amigos afirman que la causa es el escaso desarrollo de los músculos del cuello. ¿O tal vez se trate de un reflejo de sobresalto del niño? Es improbable que alguien vincule esos cabeceos a una convulsión. Sin embargo, algunos infantes y niños menores de dos años pueden padecer de una forma rara de convulsiones que no se detectan fácilmente, pero que pueden tener resultados devastadores.
El trastorno se conoce como Espasmos infantiles (EI), y en ocasiones también se le da el nombre de Síndrome de West, un raro padecimiento convulsivo que, según la Fundación de Neurología Infantil (Child Neurology Foundation), afecta cada año a uno de cada dos mil infantes y niños aproximadamente en los Estados Unidos. Usualmente, los EI se producen por primera vez en bebés de 4 a 6 meses, pueden ocurrir potencialmente en niños hasta de dos años, y se atribuyen erróneamente a reflejos normales de sobresalto, reflujo o cólicos, un problema común en los recién nacidos, ilustrado por un ataque de llanto y aparentes dolores abdominales. Todo lo anterior dificulta el diagnóstico de los EI, a lo cual se suma que la mayoría de los pediatras encuentran solo uno o dos casos en sus carreras.
Numerosos niños que padecen los EI nacen con buen estado de salud, y continúan así hasta que comienzan los espasmos, que resultan difíciles de detectar, o pueden hacerse más obvios al incrementar su frecuencia y duración. Cada episodio dura uno o dos segundos solamente, y se produce a menudo en grupos que pueden prolongarse varios minutos. Los espasmos ocurren generalmente cuando el niño despierta a primera hora de la mañana, o luego de la siesta. A continuación, las señales claves para su detección:
* Cabeceos repetitivos al frente o hacia delante y atrás
* Inclinación del tronco hacia delante cuando está sentado
* Levantamiento de las rodillas cuando está acostado
* Extensión o rigidez del cuello, tronco, brazos y piernas
* Cruce de los brazos como si estuviera abrazándose
* Empuje de los brazos a los lados, con los codos doblados
Si cree que su niño presenta síntomas de EI, es importante que visite lo antes posible al pediatra. La mayoría de los infantes y niños que padecen ese trastorno también presentan un patrón caótico de ondas cerebrales conocido como hipsarritmia. Aunque los EI son un padecimiento muy raro, si no se les da tratamiento puede provocar graves discapacidades intelectuales y retrasos en el desarrollo. Entre las causas potenciales de la enfermedad están las anormalidades o lesiones cerebrales, infecciones u otros trastornos. Con una cuidadosa evaluación, se puede identificar el 70 por ciento de los casos.
Es importante estar preparado, y hacerle al pediatra las preguntas correctas. Estos son algunos consejos para lograrlo:
* Anote la (s) fecha (s) y la descripción de los episodios de espasmos
* Grabe con su teléfono celular algunos episodios, pues probablemente el niño/niña no los experimente en la consulta del pediatra
* Anote cualquier acontecimiento importante del desarrollo del niño, como risas, gateos, llantos, etc., que no ocurran en el período normal o no se estén produciendo
* Pida una referencia a un neurólogo pediátrico para confirmar un diagnóstico oficial de EI, y explore opciones de tratamiento. El neurólogo debe realizar una medición no invasiva de ondas cerebrales (electroencefalograma o EEG), para determinar la presencia de hipsarritmia.
“Es vital hablar con el pediatra del niño en cuanto note espasmos o conducta anormal,” aconseja el Dr. James W. Wheless, M.D., FAAP, FACP, FAAN, profesor y jefe de Neurología Pediátrica del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Tennessee. “Estar preparados para esta cita es crucial, para poder comunicar detalles importantes que podrían contribuir a la determinación de un diagnóstico exacto. En caso de que se le diagnostique la enfermedad al niño, es importante someterlo a tratamiento lo antes posible.”
Aunque los espasmos infantiles pueden aterrorizar a cualquier padre, hay ayuda disponible, y esperanza. Las normativas de tratamiento de la Academia de Neurología de los Estados Unidos (American Academy of Neurology) y la Sociedad de Neurología Infantil (Child Neurology Society) especifican que el tratamiento exitoso de los EI pueden detener los espasmos y la hipsarritmia. En la actualidad, la enfermedad se puede tratar con dos medicamentos aprobados por la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA, por sus siglas en inglés).
Para obtener más información sobre los EI y tener acceso a fuentes de apoyo, visite el sitio Web www.childneurologyfoundation.org.