Arturo Hilario
El Observador
Era temprano en el martes 29 de noviembre, 2016 que empezó el trend en twitter de las palabras “brazil” y “chapecoense”. Para los que están aclimatados con el fútbol, era talvez noticia nueva y excitante sobre el equipo brasileño que contra todo pronóstico había asegurado su posición en los finales de la Copa Sudamericana 2016.
Conocidos como el “Leincaster brasileño”, el equipo cuyo ascenso a la final contra el Atlético Nacional de Colombia fue inesperado, fue un testamento para el cuerpo técnico, los jugadores y su ascenso notable en la historia del fútbol.
Sin embargo, la trend de Twitter se debió a informes no confirmados en el momento que el avión chárter que el equipo había tomado a Colombia no respondía, o había desaparecido. Poco tiempo después, la noticia se levantó, todo antes del amanecer en el oeste de los Estados Unidos. Y la noticia no era buena.
Ahora sabemos que el avión modelo británico se había quedado sin combustible, y minutos antes de su caída libre en las colinas cercanas a Medellin, Colombia, el piloto circuló preguntando frenéticamente por la autorización de la pista. De los 77 personas abordo el avión, sólo 6 sobrevivirían.
5 días antes el equipo estaba en su momento más alto, asegurándose un lugar en los finales de la Copa Sudamericana. Un equipo que hace 4 años era casi imposible imaginar que estarían en el juego más importante del fútbol sudamericano, y de la historia del equipo.
Esta semana los aficionados y apoyantes se reunieron. No sólo en el estadio donde jugarían contra el Atlético Nacional en Medellín el miércoles, o en el estadio de Chapecoense en Chapeco, Brazil. Por todo el mundo, en ciudades y pueblos donde el fútbol es también sagrado como en sudamérica, habían recuerdos, momentos de silencio, y llanto.
Equipo tras equipo expresaba su propio modo de luto, expresando la angustia de perder este grupo de talentosos jugadores que trabajaban duro, los periodistas que habían estado cubriendo sus éxitos, y el personal del avión.
Es triste ver cualquier pérdida de vidas en accidentes y tragedias, pero ésta fue levantada por el hecho de que este equipo había logrado tanto en tan poco tiempo, que estaban al borde de crear la historia, por las razones correctas, no como el equipo que acabó en un accidente de avión.
Las familias, los amigos y los que conocían a los miembros del equipo Chapecoense y los periodistas y empleados de la aerolínea siempre tendrán una conexión doloroso con este momento que debía ser uno de celebración y competición.
Además de los cercanos a los que comunidad del fútbol a todo alrededor recordará los momentos eternos que existieron en la gloria que viene en ganar un juego decisivo, en los momentos que Chapecoense desafió las probabilidades y se convirtió en una de las historias de fútbol más cautivadoras y sorprendentes en la historia reciente.
Pero tal vez el equipo verá su campeonato. A partir del jueves la Confederación Sudamericana de Fútbol (CONMEBOL) estaba examinando la opción de otorgar el campeonato al equipo caído, por la solicitud del competidor de finales Atlético Nacional.
Si esto fuera a suceder, sería realmente un momento sin precedentes en la historia del deporte. Pero vale la pena hablar de este momento, vale la pena recordarlo. Sólo podemos esperar y ver qué legado deja esta situación, y esperar que las regulaciones de vuelo sean más estrictas para evitar mas tragedias.
Y como un signo de apoyo que ha aparecido en los medios de comunicación social dice, #FuerzaChapeco.
